Galeria de fotos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Castillos del Loira 2013

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Francia. Valle del Loira

Chartres, Blois, Amboise, Tours, Orleans, Paris


Diario del viaje.

 

Martes: 24 de Septiembre: Valencia - Blois

Madrugamos mucho y salimos de noche cerrada de casa con un taxi hacia el aeropuerto. Allí nos encontramos con Ben y Mila y facturamos el equipaje.
El avión hacia Paris sale pronto y el vuelo es rápido y sin turbulencias. Una vez el equipaje en nuestro poder nos dirigimos a recoger el coche alquilado. Ponemos en marcha “ la Mari Pili “, la voz femenina del Copilot Gps y nos encaminamos hacia Chartres.
Paramos en un área de servicio de la autopista, ya que por las horas en que hemos desayunado nos aprieta el hambre. Nos comemos un bocata que nos sabe a gloria y nos levanta el ánimo.
Llegamos a Chartres, ciudad muy bonita de apenas 40.000 habitantes. Como el centro es peatonal, no se puede entrar con coche, ya que la calle está cortada por un poste que se baja si llamas al interfono que está al lado y les dices que vas al hotel de Saint Ives que se encuentra en la zona. Esto nos lo dijo un señor y se lo agradecimos mucho.
Logramos aparcar el coche y entramos directamente a la Catedral de Chartres dedicada a la Asunción de Nuestra Señora. https://sites.google.com/site/obrasdestacadas/chartres
Tiene 130 m de largo, 28 m de ancho y unos 37 m de altura de tres naves.
Su origen es del siglo XIII y su construcción sólo duró 30 años. De estilo gótico, se construyó sobre otro templo que se incendió en 1194. La cripta es la mayor de Francia. Se utilizó piedra de canteras cercanas.
Lo más destacable de su interior son sus vidrieras que sin duda son las más bonitas y relevantes de Francia. Las más antiguas tienen como particularidad el azul típico de Chartres con  una gran intensidad.
Durante la 2ª Guerra Mundial se desmontaron y ocultaron los vitrales para que no se rompieran con los bombardeos.
Su fachada principal llama la atención porque las dos torres que la jalonan son totalmente distintas de forma, altura y estilo.
En 1979 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Frente a la fachada sur hay una plaza muy bonita con lugares de restauración y allí nos quedamos a comer en el café Serpente que tenía una pastelería en su interior. Lo que más nos gustó de la comida fueron unos caracoles bourguignone muy ricos.
Tras comer damos un paseo por los alrededores. Nos llama mucho la atención algo que no nos va abandonar en todo el viaje. Esto es, los adornos florales de parques, calles y en cualquier lugar. Los hacen con una variedad grande de plantas  mezcladas, se asemejan a las canastillas de la ofrenda de Valencia. Los parterres los rodean con maderas cruzadas, semejando las cestas de mimbre. Son preciosos.
Luego nos acercamos a la Iglesia de Saint Pierre, parte de una antigua abadía benedictina. Se fue haciendo por tiempos, el ábside en el siglo XII, la nave en el siglo XIII y el coro en el siglo XIV. Tiene también unos hermosos vitrales de los siglos XIII-XIV.
Seguimos nuestra ruta hacia Blois. Atravesamos una zona de Francia con enormes llanuras cultivadas de cereales.
Llegamos al Hotel Holiday Inn y nos recibe una española en prácticas. Descansamos y deshacemos maletas.
A la noche damos un paseo por el centro de la ciudad, principalmente por la Rue de Saint Honoré con casas antiguas a ambos lados, destacando en el nº 8 el Hotel d’Allure, edificio renacentista de principios del siglo XVI con un marcado acento italiano.
Al volver decidimos cenar en el hotel tranquilamente, ya que hemos llevado un día duro y apetece descansar para coger fuerzas. Los mejillones que nos han servido estaban muy ricos.

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Miércoles: 25 de Septiembre:

Hoy empezamos nuestro periplo por los Castillos. Empezamos por el de Blois, que está en el centro de la ciudad. Pero antes nos pasamos por la iglesia de San Nicolás. Fue una antigua iglesia abacial construida en dos grandes etapas lo que generó los dos estilos arquitectónicos que podemos ver, el románico y el gótico.
En su exterior se pueden apreciar los estragos de la guerra ya que no hay ninguna escultura. Las dos torres y el rosetón son del siglo XVII.
Estaba abierta y no había visitantes, excepto nosotros y un señor estaba tocando el órgano.  Fue una experiencia preciosa. Los vitrales son más modernos pero bonitos.
Caminamos por las calles del casco antiguo de Blois hasta llegar al Castillo Real de Blois.
En realidad es un conjunto de edificios construidos en diferentes épocas, que nos muestran la evolución de la arquitectura francesa.
Lo primero que llama la atención es el enorme patio rodeado de edificios, cada uno de ellos de un estilo.
El gótico lo vemos en la zona de la Sala de Estados Generales, a la derecha del patio, del siglo XIII. El ala de Luis XII es de un gótico flamígero entre 1498 y 1501. El ala de Francisco I es de 1515 y 1520, con un estilo renacimiento. Lo más llamativo es la escalera de caracol en piedra que se divisa en el lado derecho del patio y que da acceso a todas las plantas. Y por último el ala de Gastón de Orleans, construida entre 1635 y 1638 de puro estilo clásico. Lo más destacable es la majestuosa escalera con una enorme cúpula sobre ella. En estos momentos había una exposición de armas con una réplica de la primera bomba nuclear de Hiroshima.
Durante la Revolución Francesa los revolucionarios saquearon el castillo, arramblando con todo. Estaba en tan mal estado que estuvieron a punto de derribarlo. Pero como se utilizó como cuartel llegó al siglo XX que es cuando se restauró.
En el lateral izquierdo del patio se encuentra la Capilla de Saint Calais, antiguo oratorio de Luis XII. Sólo quedan el coro gótico y las vidrieras.
Fuera del castillo hay una espléndida terraza con magníficas vistas de Blois.
Del interior del castillo cabe destacar la ya citada Sala de los Estados Generales, recubierta de madera, con el techo pintado de azul, decorado con flores de lis doradas y el trono con un dosel.
Además se pueden visitar las habitaciones de los 7 reyes y 10 reinas que han habitado el castillo.
Como estaban rodando una película no todas las estancias las pudimos visitar.
Salimos de allí y hacía mucho calor con una humedad altísima. Nos sentamos en la Place Louis XII a tomar un  refresco y reponer fuerzas de la caminata.
Una vez descansados salimos hacia Chambord. La carretera es preciosa. Está rodeada por espesos bosques de diversos tipos de árboles. Todo castillo tiene un dominio alrededor formado por bosques y zona de caza. El parque tiene unas 5.500 hectáreas y lo rodea una tapia de 32 Km. de longitud perimetral y es el más grande tapiado de Europa.
Nos acercamos a la entrada y damos la vuelta para comer en un restaurante cercano que nos gustó. En le Chambourdin nos sentamos en la terraza y comemos muy bien, pero sobre todo el postre, una ración enorme y buenísima de tarta Tatín, típica de esta zona.
Volvemos al castillo y entramos caminando por el parque. En el centro se encuentra el castillo de planta rectangular. Lo que más llama la atención de su exterior es la cantidad y variedad de las chimeneas del techo, recubierto de pizarra, así como campanarios y sobre todo las cuatro torres redondas sobre cada ala y la torre del homenaje central.
Entramos a un patio y accedemos al interior donde se encuentra en el centro la sorprendente escalera de doble espiral con un tubo central plagado de ventanas por las que se ve a las otras personas que hacen lo mismo por la otra escalera. De ella parten en cada piso las cuatro alas iguales de cada altura. Se dice que pudo tener el origen en su diseño Leonardo da Vinci.
El castillo se empezó a construir en 1519 bajo el reinado de Francisco I. Se concibió como un pabellón de caza pero su arquitectura es desmesurada por la cantidad de escaleras, 282 chimeneas y 426 habitaciones para distintos usos,  que lo componen. No pudo ver terminada su obra y fueron sus descendientes los que la finalizaron. Su estilo es renacentista con mezcla de formaciones tradicionales medievales con estructuras clásicas italianas.
Algunas habitaciones están amuebladas con reproducciones del mobiliario de la época, con tapices y retratos históricos. La decoración original fue destruida en la Revolución Francesa.
En la última planta hay una terraza con vistas al parque y a los canales que lo circundan. Se pueden realizar multitud de actividades por el parque.
Por todas partes está representado el símbolo de la salamandra tomado por Francisco I así como los nudos que rodean sus iniciales. La salamandra se representa con unas llamas a su lado. Se le atribuía el poder sobre el fuego, que lo apagaba si era malo y lo alimentaba si era bueno. Esto derivaba en el poder sobre el hombre y sobre el mundo.
De vuelta al hotel paramos en el pueblo de Bracieux donde está la chocolatería Max Bauché. Probamos las especialidades y compramos unos chocolates buenísimos. Allí mismo está el obrador y se puede ver cómo trabajan.
Al llegar al hotel dormimos una siesta reparadora y salimos ahora solo los tres a cenar a les Banquettes Rouges. Ben está malito y se queda en el hotel.
El restaurante es muy pequeño y cenamos de maravilla, siendo muy amables y servido por  gente joven.
Al volver al hotel nos encontramos el vestíbulo lleno de mesas con mucha gente cenando.
Mañana más.

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Jueves: 26 de Septiembre:

Hoy cambiamos de ruta y nos dirigimos bordeando la orilla izquierda del rio Loira hasta el Castillo de Chaumont. Para llegar cruzamos un puente y cruzamos al otro lado del rio. El castillo está en una elevación del terreno sobre el pueblo.
De este castillo decidimos ver solo los jardines del inmenso parque que lo rodea. Hay una gran variedad de arreglos florales y árboles enormes de muy diversos tipos. Han creado zonas dentro del parque que han sido ideadas por equipos de jardinería de todo el mundo con presentaciones muy originales. Se llama “Jardines de las Sensaciones”.
Tomamos un refresco en el parque y continuamos la visita por los establos y llegamos hasta un mirador sobre el Loira. Como todos los parques de los castillos están impolutos y muy cuidados para conservar su belleza.
Por el camino paramos en Onzain, donde vistamos una cava familiar y probamos los vinos de Domaine de Rabelais.
Nos trasladamos a la población de Amboise donde comemos en Chez Bruno, también muy bien. Está justo frente al castillo que se encuentra en el mismo centro de la ciudad.
Visitamos el castillo y nos llama la atención la perfección en el cuidado del jardín. Lo primero que vemos es la capilla de Saint Hubert, donde se halla la tumba de Leonardo da Vinci que llegó a Amboise en 1516 y el rey Francisco I le dio el privilegio de ser enterrado aquí en 1519. Data de 1493  en un estilo gótico flamígero. Las vidrieras son de 1965 sustituyendo a las que fueron destruidas en la 2ª Guerra Mundial.
El castillo ocupa un promontorio con unas magníficas vistas sobre Amboise y tiene un mirador continuado sobre la ciudad. En un extremo está la Torre del Niñito.
Pasamos al interior del Castillo que fue ocupado tras su boda en 1491 con Ana de Bretaña por el rey Carlos VIII que fue el que inició el proyecto de extensión de lo que era hasta ese momento.
El interior está impoluto de limpio y bien cuidado, con adornos florales naturales y preciosos en todas las estancias. Con la guía en la mano y siguiendo la muy exacta señalización vimos todo el castillo: la sala de la guardia con su terraza correspondiente, la sala de los tamborileros, la sala del consejo, la sala del copero, los aposentos de Enrique II, las habitaciones de los Orleans, y la sala de música. Hay una terraza que rodea la Torre de los Mínimos. En el interior del castillo hay una ancha rampa en espiral para que pudieran entrar los caballos y los carruajes a las terrazas del castillo.
Salimos del recinto y paseamos por el centro de Amboise, vemos la Puerta del Reloj de 1497. Entramos en la pastelería Bigot, muy famosa y de verdad que todo tenía una pinta apetitosa. Vicente no lo pudo resistir y se comió una palmera.
Entramos también en la Biscuiterie, pero todas las  pastas eran muy dulces y empalagosas.
Nos dirigimos hacia Clos-Lucé, casa que fue construida en 1477. A partir de 1516 vivió allí Leonardo da Vinci hasta su muerte tres años después a los 64 años de edad.
Como se pone a llover desistimos de entrar a verla, sobre todo los jardines que tienen réplicas de máquinas ideadas por Leonardo.
Volvemos al pueblo y Mila y yo entramos en la Iglesia de Saint Florentin, del siglo XV que la están restaurando. Mila y yo estamos partidas de risa por las vueltas que hemos dado sin que nos hubieran hecho caso  porque la iglesia está al lado de la puerta del Reloj.
Subimos hasta la iglesia de Saint Denis y está cerrada.
Salimos del pueblo y vamos a la Pagoda de Chanteloup, lo que queda de un suntuoso castillo del siglo XVIII que aquí se encontraba,  pero llueve y hay que andar un buen trecho hasta llegar a ella y no bajamos.
Volvemos al hotel por carreteras bordeadas de bosques.
Descansamos y cenamos cerca del hotel en el Bistrot du Boucher.
Ben ya está mejor y hoy ha comido un poco más.
Paseamos un poco y a dormir.

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Viernes: 27 de Septiembre:

Hoy tenemos un día apretado de visitas a castillos.
Empezamos por el castillo de Cheverny. Este es de propiedad privada y es una elegante mansión de la primera mitad del siglo XVII, construida por Henri Hurault de Cheverny. Todavía sigue siendo propiedad de la misma familia. De hecho hay fotos y recuerdos de ellos en las salas.
Los jardines son preciosos y el interior está muy cuidado y reluciente, con los arreglos florales naturales que tanto nos gustan. Vimos un ejército de jardineros cortando el césped, podando, recogiendo flores y limpiando el jardín de las hojas caídas de los monumentales árboles.
Este castillo fue fuente de inspiración para el dibujante Hergé para ambientar las múltiples aventuras del personaje Tintin. En un edificio lateral hay una exposición permanente sobre este personaje.
Visitamos también las perreras con un cantidad ingente de perros de la misma raza, una enorme jauría de perros de caza. Hay también un huerto y una exposición de armas y trofeos de caza.
La tienda del castillo tiene cosas bonitas pero caras y luego entramos en otra tienda de artesanía y productos típicos de la zona.
Nos dirigimos a Valençay. Los chicos deciden quedarse sentados en un café del pueblo y Mila y yo nos vamos a ver el castillo.
En los jardines de entrada había  arreglos florales y parterres como las canastillas de Fallas. Un pavo real se paseaba por los parterres pero no desplegó la cola.
Empezamos por los sótanos donde están las cocinas y luego visitamos todo el interior. Fue construido en 1540 por el banquero Jacques d’Estampes, y más tarde lo compró el ministro Tayllerand de Napoleón en 1803. Aquí se trajo sus muebles de otros hogares que había tenido. Se pensó en que era el sitio ideal para recibir a las grandes personalidades de la época.
Los muebles son auténticos en estilo imperio. Destacan las habitaciones que ocuparon el rey Fernando VII y su corte mientras se desarrollaba en España la Guerra de la Independencia. Fueron engañados para trasladarse aquí y luego protestaban porque se aburrían.
Al fondo del jardín construyeron una tabernita para que se refrescaran después del paseo diario por los jardines de estilo francés e inglés.
Recogemos a los chicos que han comido pasteles buenísimos de las pastelerías que jalonan la calle principal. Nosotras nos fijamos en que todo tenía un aspecto estupendo.
Seguimos camino hasta Montresor. Es una de las 140 aldeas más bellas de Francia. Sus casas son antiguas de entramado de madera con un aire medieval en su conjunto.
Sólo hay un sitio para comer y la verdad es que no nos gustaba nada de lo que nos ofrecían como menú. Pero no hubo más remedio que malcomer. Lo único que lo salvaba era que la señora era muy simpática.
Subimos hasta el castillo. Está rodeado por una doble muralla medieval construido por Fulco Nerua, Conde de Anjou en 1005. Ahora se ha convertido en un palacete renacentista del siglo XVI. Es un poco oscuro y tenebroso su interior.
Como el pueblo es peatonal y estamos algo cansados nos vamos a Loches.
Tiene un aspecto medieval y en un promontorio a 500m sobre el rio Indre se yergue la fortaleza del siglo IX en medio del pueblo. Carlos VII de Francia lo consideró su castillo favorito y se lo regaló a su amante Agnes Sorel que murió envenenada en 1450. La tumba se encuentra en el castillo. Más tarde se convirtió en una prisión.
Damos un paseo por el centro. Hace mucho calor a esa hora y nos vamos hacia el Castillo de Chenonceau.
Este castillo es el de las Damas. 6 mujeres han tenido mucha importancia en su historia: Diana de Poitiers (1499-1566) recibió como regalo en el año 1547 este castillo de la mano de su amante Enrique II. A ella se debe el diseño de los jardines. Al morir el rey, Catalina de Medicis (1519-1589) la apartó y mejoró aun más los jardines y la arquitectura del lugar con influencias italianas.
Al morir el rey Enrique III su esposa Luisa de Lorena (1553-1601) se retiró aquí de riguroso luto blanco en un  ostracismo absoluto. Al morir ella, la presencia real se acabó.
En el siglo XVIII Louise Lupin (1706-1799), representante del siglo de las Luces, devolvió el esplendor al castillo con la presencia de científicos, filósofos, poetas, escritores. Voltaire, Montesquieu o Rosseau fueron algunos de sus visitantes.
En el siglo XIX Marguerite Pelouze, nacida en la burguesía industrial decidió convertir el castillo y sus jardines en el escenario de sus fiestas. Para ello se gastó una verdadera fortuna. Un turbio asunto político la arruinó y Chenonceau fue vendido en varias ocasiones hasta 1913.
Durante la 1ª Guerra Mundial, Simone Menier (1881-1972) administraba el hospital que se instaló en el castillo en el que fueron atendidos más de 2000 heridos.
El castillo se construyó sobre una fortaleza y un molino en el siglo XVI por orden del matrimonio formado por el banquero Tomas Bohier y su mujer Katherine Briçonnet. A su muerte el castillo fue cedido por sus herederos a Francisco I.
Lo más llamativo de este castillo es que cruza por encima del rio Cher con un puente cerrado de dos plantas de la época de Catalina de Médicis. Casi al nivel del agua están las cocinas en el sótano.
Todas la habitaciones están lujosamente amuebladas y con unos arreglos florales naturales preciosos.
Como todos los castillos que hemos visitado tiene un enorme parque que lo rodea con espléndidos jardines y un laberinto.
A la salida descansamos un rato tomando un refresco bajo los enormes árboles de la avenida de entrada y seguimos camino hacia Blois.
Vamos hoy a cenar a un restaurante  precioso en un pueblecito cerca de Blois, Montivault. Se llama la Maison d’a Coté. La cocina es fantástica, el servicio muy bueno y no era nada caro.
Antes de retirarnos ponemos gasolina al coche y nos despedimos hasta mañana.

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Sábado: 28 de Septiembre:

Hoy empezamos la ruta en el mismo Blois.
Vemos la Catedral de Saint Louis que resultó dañada por un huracán en 1678. Antes había habido en el mismo lugar otras iglesias siendo lugar de peregrinación lo que hoy es la cripta, de los siglos X y XI de estilo románico.
Se reconstruyó en estilo gótico y las vidrieras son de dos épocas distintas: la huida a Egipto es de 1885 y las demás de estilo moderno son del año 2000.
La cripta está restaurada y es muy bonita.
Continuamos ruta hasta Tours. Comienza a llover justo cuando vamos a bajar del coche en plan chaparrón. En un claro aprovechamos y entramos en la Catedral de Saint Gatien. Se construyó sobre los restos del muro galorromano. Las obras empezaron en 1246  con un estilo gótico primitivo y terminaron en el siglo XVI con la culminación de las dos torres que cierran la estrecha fachada de estilo gótico flamígero.
Lo más destacado son las vidrieras del los siglos XIII en el coro y capillas laterales, del siglo XIV los 2 rosetones de la nave crucero y del siglo XV el rosetón de la fachada.
En un lateral se encuentra la tumba de los hijos de Carlos VIII con las estatuas yacentes en estilo renacentista.
Seguimos ruta y encontramos dificultades para aparcar ya que es día de mercado y hay mucha gente comprando en el centro.
Al final metemos el coche en el parking del Mercado de les Halles.
Es un mercado cerrado y muy bonito, con unos puestos muy bien decorados y que venden muchas delicatesen.
Primero vamos a tomar algo y luego entramos a hacer unas compras. Yo me pirro por los quesos franceses y hay varias paradas especializadas. Paramos en una y tenemos la suerte de que una de las empleadas es de origen español y nos lo explica todo. Luego le preguntamos por los patés y nos lleva a otra parada, especializada en delicatesen, nos lo traduce todo, compramos y dejamos las bolsas en el coche.
Caminamos hacia la Place Plumereau por calles estrechas y tortuosas rodeadas de casas antiguas, algunas con fachada de piedra y otras de entramado de madera. La plaza es muy bonita y está llena de gente.
Entramos en la Iglesia de Saint Martin de finales del siglo XIX. Aquí había antes una iglesia donde se custodiaban los restos de San Martín, legionario romano y después obispo de Tours. Se convirtió en lugar de peregrinación la basílica que se construyó a tal fin durante toda la Edad Media. Pero fue destrozada por los hugonotes y dedicada a establos en la Revolución Francesa. Lo único que se conserva de aquella época es la Torre de Carlomagno construida en los siglos XI-XII sobre la tumba de la tercera esposa de Carlomagno, que está detrás de la actual iglesia y la Torre del Reloj que forma parte de la actual fachada.
Seguimos por la Rue Commerce y la rue Colbert, plagadas de restaurantes pequeños. Al final nos quedamos en el Restaurante Le Touron. La comida está muy rica pero son lentos a la hora de servir. Mientras comemos cae otro chaparrón y tenemos la suerte de que hasta que no nos montamos en el coche de vuelta no empieza a llover de nuevo pero a base de bien.
Volvemos al hotel y nos dedicamos a hacer las maletas y a descansar.
Hoy cenamos en Le Castelet, en el barrio antiguo. Es el bajo de una casa con habitaciones pequeñas llenas de mesitas.
Son muy simpáticos y nos dan muy bien de cenar acompañando las viandas con un vino blanco de la Alsacia muy rico. Además no es nada caro. Está lleno y cada vez que se vacía una mesa se llena en seguida.
Estamos contentos pues ha sido un buen colofón a este viaje tan bonito.

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Domingo: 29 de Septiembre: Blois – Valencia

Tras desayunar y colocar el equipaje en el coche salimos lloviendo hacia Orleans. Se ve que es una ciudad señorial y con un gran estilo. Los adornos florales están pegados a las columnas de los pórticos de las casas.
Tenemos suerte y podemos aparcar al lado de la Catedral de St. Croix. Está en el centro de la ciudad formando una enorme plaza rodeada de palacios con pórticos de estilo clasicista de los alrededores de 1840.
En el centro está la mole de la Catedral, un enorme edificio gótico iniciado en 1287, que fue casi totalmente destruido en 1568. La reconstrucción se inició en los albores del siglo XVII por expreso deseo del rey Enrique IV y no se terminó hasta 1829.
En su interior cuenta con 10 grandes vidrieras que cuentan la vida de Juana de Arco. El coro tiene un bello revestimiento de madera del siglo XVIII. En la cripta hay restos de los tres templos que hubo anteriormente de los siglos IV, VIII y X.
Están de obras de restauración de la catedral, en especial del limpiado de la piedra de las fachadas.
Cruzamos y nos tomamos un refresco. Nos vuelve  a pasar lo mismo que ayer. Mientras estamos a cubierto cae un chaparrón.
Volvemos al coche y recorremos las principales calles, la Place du Martroi con la estatua ecuestre de Juana de Arco, la calle de Pavillons d’Escures con una fila de casas burguesas de inicios del siglo XVII y la rue Royale con palacios uniformes con pórticos.
Salimos en dirección a Paris. Pero en vez de tomar la autopista, vamos por la carretera nacional para ir más relajados viendo el paisaje. La zona tiene grandes planicies cubiertas por cultivos de cereales.
Nos paramos a comer en el Hotel Mondesir, un sitio muy bonito para pasar un buen fin de semana. La cocina es buena aunque tardan mucho en servirnos el postre.
Al llegar a las cercanías de Paris hay mucho tráfico.
Cerca del Aeropuerto Charles Degaulle llenamos de combustible el coche y ya en el aeropuerto lo devolvemos.
Lo primero que hacemos es facturar las maletas para estar libres.
Hay bastante cola, ya que hay muchas familias que vuelven de visitar Eurodisney.
Entramos en la terminal después de pasar los controles de la policía. A Vicente lo revisan varias veces porque pita en el arco. Lo cachean varias veces a pesar de  que les advierte de que lleva prótesis. Al final lo dejan pasar.
Hay montones de gente pululando, con un calor sofocante y solo dos sitios de restauración que están llenos. Uno es mejor pero no tiene aire acondicionado y el otro si, así es que pillamos una mesa de milagro. Nos vamos a dar una vuelta por las tiendas Mila, Ben y yo. Mila se compra unos pendientes muy bonitos y en otra tienda hacemos las últimas compras que nos faltaban.
Volvemos con Vicente y como aun nos queda tiempo y parece que ahora hay menos gente pasamos cuentas del viaje, cenamos un bocata y ya nos vamos a la puerta de embarque.
El vuelo de vuelta es muy rápido y tranquilo.
Una vez recogido el equipaje corremos a coger un taxi. Ben y Mila tienen prisa pues Ben se va mañana de viaje otra vez. Así es que nos despedimos y llegamos a casa contentos del viaje y de poder descansar, después del largo día .

Hasta el próximo viaje.......

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