Lunes: 31 de Diciembre:
Salimos a pasear temprano Max y yo y parece que está mejor. Ya tiene hambre y se mueve más ligero y alegre.
Volvemos a llamar al veterinario y nos dice que a partir de mañana le demos Primperan en gotas. Nos vamos a Potes a la farmacia y como hay mercadillo nos quedamos a ver los productos típicos de la zona. No podemos evitar el comprar los buenísimos garbanzos, quesos, cecina, salchichón y chorizo para degustarlos después en Valencia.
Antes nos hemos acercado al Centro de Visitantes de Sotama, para ver la exposición que tienen montada sobre los Picos de Europa pero estaba cerrado hasta finales de Enero.
Como Max sigue a dieta le compramos york, yogures y queso blanco para comer.
Descansamos un rato tomando un refresco.
Paseamos por Potes y nos quedamos a comer en uno de los restaurantes que están abiertos sobre el rio, el Rubio. Hoy no hay que abusar y comemos ligero, que a la noche viene la cena “gorda”.
Después de comer emprendemos el camino por la Vega de Liébana hasta llegar al Mirador del Corzo, camino del Puerto de San Glorio. Paramos y baja Vicente con Max. Hace un viento fortísimo y helado. Se queda tieso por el paseo.
Volvemos al coche y nos vamos bajando hasta Enterrías donde se encuentra la Casa de las Doñas.
Es un pueblo precioso y pequeño que parece deshabitado. En invierno solo viven 20 personas .
Esta mañana hemos concretado la visita guiada al complejo para las 4 de la tarde.
Está chispeando y entramos al recinto. Nos recibe Paco y entramos directamente a la cocina donde ya ha encendido el fuego para calentar el ambiente.
Lo que vamos a visitar es la labor de un grupo de personas, que en sus ratos libres se han dedicado a conservar el patrimonio etnológico del pueblo, centrándose en esta casa, que recibe este nombre porque en los últimos años y generaciones siempre ha estado habitada por mujeres pudientes que eran llamadas “doña tal o doña cual”.
Han rehabilitado el edificio, han clasificado muchísimas piezas de todo tipo: menaje, enseres, matanza, mobiliario, ropas, aperos de oficios, papeles, maquinaria, etc. consiguiendo con todo ello una recreación de la vida que discurría en la casa con sus habitantes fijos y trabajadores.
Es de destacar que en tan poco tiempo como llevan, alrededor de 1 año y medio, han conseguido mucho. Aun les queda una labor ingente a realizar pero con el tiempo será un orgullo para ellos, para el pueblo y para Cantabria.
Todo nos llama la atención y Paco nos lo explica estupendamente. Muchas cosas las conocíamos pero otras muchas eran desconocidas para nosotros, como la trébede de la cocina que era una plataforma donde se instalaba la mesa y las sillas, donde se situaban los niños y los ancianos, bajo la cual se encendía la llar con un sistema perfecto para evacuar los humos o la diferenciación de las sillas para hombres y mujeres. Las de hombre no llevaban soporte para los pies para que no se les engancharan las botas y eran lisas siendo algo más pequeño el asiento. Las de mujer eran más amplias por el tema de los vestidos ampulosos y llevaban una acanaladura en la parte superior del respaldo para que nada más tocarlas supieran cual era su sitio en la mesa.
La visita es exhaustiva y nos explica Paco la labor que ya han hecho y lo que les queda aún por hacer. Nos ha encantado visitar esta Casa de las Dueñas. La recomendamos encarecidamente a quienes visitéis la zona.
Descansamos en la Posada escuchando música y leyendo.
Nos arreglamos un poco y nos subimos al restaurante Peñas Arriba donde se celebra la cena de Fin de Año.
El menú es muy bueno. De entrada bombones de foie con frutos secos, cebolla caramelizada y confitura de tomate sobre pan de pasas, aguacate relleno de langostinos, espárragos envueltos en jamón, rebozados y al horno con salsa de tomate y queso. Después merluza rellena de langostinos sobre salsa de marisco, sorbete de mojito y para terminar magret de pato sobre patatas panadera.
Para desengrasar el postre es ligero, bolitas de melón y mango con su jugo y limón rallado. Cuando se acerca la hora de las campanadas nos bajamos a la Posada para tomarnos las uvas con los huéspedes frente a la chimenea. Es una noche muy agradable en un ambiente relajado. Charlamos mucho rato y ya tarde nos retiramos a dormir.
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