Vicente Bono y Dulce Ballester
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Polinesia Francesa 2008. Diario del viaje |
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Miércoles 27 de Agosto de 2008 Martes 2 de Septiembre de 2008
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Bitácora Martes 26 de Agosto de 2008. Camino de París Por fin ha llegado el gran día. Hoy se inicia el deseado viaje a la Polinesia. Hemos comido pronto y ligero. Hemos llamado a un taxi que nos ha llevado al Aeropuerto. Lo primero ha sido facturar las maletas. Después hemos pasado por el kiosco y Vicente se ha comprado una revista de Alta Fidelidad, para leerla en el avión. Como era pronto, mientras Vicente se dedicaba a jugar con su mini ordenador, yo me he dedicado a cotillear por las tiendas Dutty Free, comparando precios y viendo a ver si valía la pena alguna cosa. Salimos puntuales y muy bien. Al ratito nos pedimos un sándwich de pavo y queso y unas cocas, para merendar. |
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Subimos a la habitación y nos llevamos un despago por lo pequeña y cutre que era. No está el hotel muy limpio y hay muchas cosas rotas y viejas. Lo mejor que tiene es la ubicación. En fin, como es solo una noche, aguantaremos, pero nos cambiaremos de hotel a la vuelta. Al ser Agosto casi todos los restaurantes están cerrados, así es que al final encontramos uno pequeñito, tipo creperie y cenamos allí. Se llama Pancake Square. No ha estado mal. Hemos llamado a César para darle las gracias por las molestias que se tomó para proporcionarnos los desplazamientos en París. La anécdota es que le preguntamos al chofer si la zona en la que estaba el hotel era segura por la noche y se puso a reír al decirnos que teníamos de vecino al Presidente de la República. Cierto es que por la acera del Elíseo no se puede pasar y en la calle había más policías que peatones, así es que durante nuestro paseo fuimos saludando a todos los polis, ya que no había nadie más que nosotros. Tras cotillearlo todo, nos vamos a dormir. |
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Hacemos un buen desayuno. Nos recoge puntual Anis y nos lleva al Aeropuerto Charles Degaulle. Tras facturar el equipaje y pasar los controles, tomamos un café y un zumo en un barecito, y además echamos un vistazo a las tiendas Dutty Free. Nos llama la atención un grupo muy numeroso de mujeres con niños y jóvenes, de algún país árabe, vestidas todas de occidentales, pero con la particularidad de llevar las cejas totalmente depiladas y tatuadas, para cambiar los rasgos de sus caras. La subida al avión se hizo de manera súper organizada, los minusválidos primero, después las familias con hijos y más tarde por orden de filas. El recibimiento al entrar en el avión era con flores, la típica gardenia tahitiana que se pone en la oreja y que huele parecido al jazmín. La salida del vuelo de Air Tahiti Nui fue puntual. Las azafatas llevaban un uniforme azul muy bonito y los chicos también en azul pero más oscuro y con el cuello mao. Para empezar a servir las bebidas, comidas, snacks, etc, se cambian todos de ropa. Ellas se ponen un vestido midi floreado con volantes y ellos camisas floreadas. Todas llevan el pelo largo recogido en un moño adornado con flores. No pararon de ofrecernos bebidas de todas clases, comimos dos veces , merendamos, desayunamos, tomamos aperitivos y entre medias, había bandejas de canapés, para cualquiera que quisiera picar entre horas. Repasamos el librito donde venían las excursiones que se pueden realizar y planeamos una preselección de las actividades que nos gustaría hacer en cada parada. Llegamos a Los Ángeles y bajamos del avión. Tras recorrer varios pasillos pasamos por el control de policía, entregando la carta verde que hemos rellenado en el avión, poniendo las huellas y haciéndonos una foto. La policía hablaba español, como muchísima gente en Los Ángeles. Nos hacen subir a una sala de espera y Vicente me compra chicles, pagando en Euros y hablando en español . Lo que faltaba. De entre la gente descubrimos que había unos franceses que también iban al crucero del Star Flyer. Al cabo de una hora nos vuelven a embarcar en el mismo avión, limpio y recogido ya de todos los trastos y con otra tripulación. Por si no habíamos comido suficiente, nos dan de cenar y más tarde un lunch y aperitivos. Como ahora vamos más vacíos, me cojo una fila de cuatro y bajando los reposabrazos, me coloco de forma más o menos cómoda y me duermo un ratito después de leer un poco. Durante todo el viaje llevamos en el asiento de al lado a un señor nativo de la Polinesia, que vive en Moorea y trabaja en Tahití, al que todos le hacían mucho caso. Decía que tenía una hija azafata, pero había algo en él que nos llamaba la atención. Vicente piensa que es como un santón o algo similar. Tras despertarme nos ponemos Vicente y yo a jugar con los juegos del avión, hasta que llegamos al Aeropuerto de Faa,a en Papeete de noche, sobre las 9.30. Una vez recogidas las maletas, nos reciben con música típica y collares de flores. Justo delante de la salida hay una pérgola, bajo la cual se encuentran muchas mujeres delante de cestas de flores, confeccionado los collares. |
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Nos despertamos pronto y vemos con gusto que hace un día espléndido tras el amanecer. Desde la habitación del hotel se ve la playa, los arrecifes, los preciosos jardines, la piscina y al fondo la isla de Moorea. Hacemos unas fotos y nos bajamos a desayunar al aire libre. Hay un montón de pajaritos que no tienen vergüenza ni miedo por encima de las mesas y por el suelo picoteando las miguitas y los bollos del desayuno. Parecen codornices, perdices e incluso unos pequeños faisanes. El buffet es muy bueno y almorzamos fuerte. Después me voy un rato a la playa que es como una laguna, protegida por el arrecife, te metes y parece que no te cubra nunca. El sol es muy fuerte, porque la atmósfera está muy limpia. Tras un rato en la tumbona me paso a la piscina con un agua súper limpia. Me encuentro allí a los franceses del avión. No se aguanta el sol de lo que pica y me pongo a leer debajo de la sombrilla. Más tarde me subo a la habitación, donde Vicente se ha dormido una hermosa siesta del borrego. Bajamos a dar una vuelta y entramos en la tienda del hotel a comprar protección solar, aftersun y aceite hidratante, ya que aquí hay que tener más precaución con el sol. Recogemos la habitación y nos bajamos las maletas para esperar a que nos recojan . Están abajo los franceses, que se llaman Marc y Michelle, esperando igual que nosotros. A las tres y media nos recoge el autobús junto con una furgoneta que va cargando los equipajes. Pasamos por otros dos hoteles y la llegada al puerto es espectacular, viendo la majestuosidad del barco desde lejos. |
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Nada más subir la escalerilla del barco nos colocan a los dos los consabidos collares de flores y hablando en español el director del crucero y el director del hotel. Nos vamos reuniendo todos en el centro del barco, donde hay instaladas unas mesas con canapés y pinchos de frutas como recepción. Vamos todos pasando por la Biblioteca del barco donde entregamos los pasaportes, realizamos la inscripción y nos entregan las llaves del camarote. Damos una vuelta por el barco y conocemos a nuestro camarero de la cabina, la cual nos enseña. Es bastante grande y bonita, con un cuarto de baño con ducha y una cama grande. Vicente aprovecha este rato para escudriñar todo lo que le gusta y enterarse de todo para contármelo. Nos pasan la hoja de actividades para mañana. Vamos a ver la primera puesta de sol desde el barco. Hacemos las primeras fotos del interior del barco, del camarote y del exterior. Subimos a la cubierta del Tropical Bar y el director del crucero, Federico, nos hace una presentación de lo que vamos a vivir en estos días, explicándonos las excursiones previstas y lo que teníamos que hacer para apuntarnos. También nos da unas normas de convivencia que se refieren a como ir vestido, la organización de las actividades diarias, horarios de comidas, etc. Después de la estupenda cena nos subimos a la cubierta tanto de proa como de popa para ver la salida del Star Flyer y el inicio de la navegación. El mar está, fuera del puerto, algo movido con bastante viento. Tras un ratito de ver la navegación nos acostamos. Mas fotos en Fotos Tahiti |
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La noche ha sido muy movida. El barco cabeceaba mucho así como se balanceaba de lado a lado. Vicente se ha levantado muy temprano para ver el amanecer en el mar desde el puente. Yo me he levantado con dolor de cabeza y algo de angustia. Me tomo una Biodramina pero la devuelvo. Bajamos a desayunar y luego subimos a cubierta de proa a tomar el aire. Paso la mañana leyendo y tomando el sol. Vicente se hace amigo de los oficiales y se dedica a establecer el rumbo con su Asus y a hacer fotos. Aunque Dulce no se encuentra muy bien por eso del mareo, para mi ha sido una experiencia inolvidable eso de poder navegar por los Mares del Sur en pleno Océano Pacífico y a bordo de un maxi velero como el Star Flyer, sin duda alguna una de las experiencias vitales que más deseaba tener. El ver mi primera salida y puesta de Sol en el Pacífico Sur y navegar rodeado de millas y millas de mar con el suave y acompasado balanceo de este clipper, seguro que no lo olvidaré nunca. A las 10 hacemos un ejercicio de simulacro para saber cada uno a donde acudir en caso de emergencia. Bajamos a comer. Al mediodía es tipo Buffet Italiano, muy completo. Vamos a dormir la siesta después. Hay actividades en el Tropical Bar pero como no ando muy bien, me las pelo. Vicente se da una vueltecita para enterarse. A la hora de cenar ya es a la carta y nos sentamos con los franceses. Tras la cena, nos damos un paseíto por el barco y nos retiramos a dormir. Una vez ya en la cama, me entra angustia y me levanto a toda prisa a devolver todo lo que había comido durante el día y no lo había digerido. Una vez vacía ya se me pasa el mareo.. |
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Vicente vuelve a madrugar y se va a ver amanecer. Vuelve a la cabina y me recoge para ver la entrada al Canal de Garuae que da entrada a la Laguna de Fakarava. Es todo un acontecimiento. Después nos bajamos a desayunar. Hoy estoy ya bien. Con los botes del barco nos desplazamos a la playa. A una señora alemana que se llama Nica le encantan mis zapatitos amarillos porque dice que son muy cómodos y muy chic. Vicente hace snorkel y yo me baño rodeada de holoturias, también llamados pepinos de mar, los cuales son muy apreciados por los chinos. El agua está calentita. Tras mi primer contacto con el agua de Pacífico Sur, el Norte ya lo conocía rápidamente me equipé con las gafas, tubo y aletas con verdaderas ansias de descubrir los fondos marinos de la Laguna de Fakarava, y asi fué, me sorprendió mucho la cantidad de coral que había, eso si, mono cromo de un color crema claro y de hecho me pegué el primer enganchón en un codo con una arborescencia colarina. Había mucha corriente, cosa que enseguida sufrí, dado que estaba saliendo agua de la Laguna al Océano abierto a través del canal de Garuae. Saqué algunas fotos de las típicas especies tropicales, luego me fui en busca de aguas más profundas para ver especies de mayor tamaño, como asi fue, unos magnificos peces Trompeta que no dejaron de sorprenderme bajo un pequeño embarcadero local. (No han salido las fotos, le entró agua a la cámara) Chispea un poco. A las doce el personal del barco organiza una barbacoa en la playa. Más tarde los lugareños nos hacen una exhibición de cómo se puede poner un pareo, como se abre un coco y nos lo pasan para beber su agua y comer su pulpa. Como final nos representan sus bailes típicos con sus cantos e instrumentos. Nos volvemos al barco, dormimos un poco de siesta y nos levantamos para ver la salida del canal. Una vez en mar abierto pregunta el capitán si alguien se atreve a llevar el barco. Un alemán dice que si, y se pone a llevar la rueda del timón. A continuación se coloca Vicente frente al timón y lo lleva un buen rato, cosa nada fácil. Luego lo releva su “amiga” la rusa, que está en todos los fregados. Poder llevar La Rueda de este mostruo ha sido toda una experiencia, el rumbo es sagrado y un desvio de un grado hay que corregirlo de inmediato, y es realmente complicado debido a la gran inercia del clipper, tienes que estar continuamente corrigiendo el ángulo de posición del timón y para ello tienes un indicador del ángulo del mismo en grados, no pudiendo en ningún caso pasar de 20º a babor o estribor, y un repetidor analógico del compás giroscópico del barco que es una maravilla de precisión. Bueno, intenté llevarlo lo mejor que pude, pero despues de 15 minutos de concentración al timón y pese a contar con la ayuda del marinero piloto, estaba realmente cansado. Vicente se retira y yo me voy a escuchar la charla sobre las estrellas en el Pacífico Sur que da Federico. Damos nuestro paseo por el barco y vemos el desfile de modelos que ha organizado Federico, con personal de abordo y algunos pasajeros y pasajeras, con la ropa de la boutique del barco y conjuntos de joyas de Tahia Collins, que ha traído a bordo Sebastián. Como colofón del desfile, un camarero filipino, Enrique y dos jóvenes pasajeras escenifican bailando y haciendo playback "Cantado bajo la lluvia" y luego "Grease" por supuesto disfrazados de sus personajes. Está divertido y nos reimos un montón. Después organiza Federico bailes comunitarios con canciones tipo Asereje, Macarena y otras del mismo corte. Tras tantas emociones lo que se impone es dormir, ya que el mar está un poco movido, aunque dormimos bien. Mas fotos en Fotos Fakarava |
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Amanece nublado y no se puede ver el amanecer. El mar sigue movido. Bajamos a desayunar y nos preparamos para la excursión. En principio nos habíamos apuntado para hacer la visita a la granja de la perlas pero a última hora nos convencieron los alemanes para que fuéramos con ellos. Los nativos que llevaban las barcas se pusieron manos a la obra en preparar el fuego para hacer la comida.
En el motu había como una cabaña y una mesa larga con bancos de madera para comer. La vegetación estaba compuesta fundamentalmente de palmeras de cocos. A la brasa habían asado dos pescados grandes y pollo local macerado en algún liquido oscuro. Comimos con sólo un tenedor y con las manos, como náufragos. Como en cualquier sarao de ellos, nos ofrecieron coco, tanto a tiritas como rallado, abriéndolos con su técnica característica. También hicieron una especie de tortitas con el coco que tapaban con unas hojas y las asaban a la lumbre. A las dos de la tarde, viendo que se estaba poniendo por momentos mal el cielo, el viento y el mar, decidimos irnos. Una vez en las barcas y saliendo del canal donde habíamos anclado, tiraron peces y restos de comida y aparecieron un montón de tiburones más grandes que se peleaban por la comida. La vuelta fue de infarto. Las olas eran enormes y de cara, con lo cual íbamos despacio y mojándonos como sopas de continuo. Levamos anclas enseguida abandonamos la Laguna de Rangiroa y entramos en mar abierto rumbo a la Isla de Tahaa. Descansamos un rato. A media tarde, Sebastián nos dio una charla sobre las perlas, su obtención, historia, calidades, etc... A la hora de cenar aparecimos casi todos los pasajeros vestidos de azul y blanco, en plan marinerito. El mar estaba muy movido, con fuerte viento. Estuvimos un poco en el puente charlando con los oficiales de guardia. Vamos navegando a vela. Tras dar una vuelta al barco nos fuimos a la cabina a intentar dormir. |
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Navegamos desde el Atolón de Rangiroa a la Isla de Tahaa o de la Vainilla. No hemos podido casi dormir por los meneos del barco en todos los sentidos.
La navegación era dificultosa con vientos de Fuerza 8 para 9, con vientos del Este SurEste de 40 Knots y picos de 45 Knots y Mar Cruzada de Sur.
Ante el panorama de la dificultad de los desplazamientos por el barco, después del accidentado desayuno, sujetando los cubiertos, platos, sillas, etc. nos vamos a la tienda y nos compramos, yo un chándal muy marinero y Vicente una camiseta y una camisa muy chula. A la hora de comer el mar sigue muy encrespado y hay dificultades de estabilidad a la hora de ponernos las viandas del Neptuno Buffet y desplazarnos hacia la mesa con un plato en la mano. Todo tiene su encanto. Al final nos da la risa a todos y en cuanto notábamos que nos inclinábamos hacia un lado, avisábamos para sujetar platos, cubiertos, sillas etc. |
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Subimos muy pronto al puente, a las 7 y seguimos encantados la navegación que es preciosa con Bora Bora a estribor, con sus clásicos perfiles. Navegamos por dentro del atolón rodeando la isla de Tahaa, que por lo que se ve es preciosa y tiene una vegetación exuberante. La intención era fondear cerca del Motu Mahaeva, al este de la isla. Pero las condiciones de viento iban empeorando y el capitán decidió dar la vuelta y ponernos a resguardo en el lado oeste de Tahaa. Por fin fondeamos en el centro del atolón, al noroeste de la isla, frente al lujoso y escondido Tahaa Pearl Resort. |
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© Polinesia Francesa 2008. v.1.0 |