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Toscana 2016

Florencia, Cinque Terra, Lucca, San Gimignano, Moterrigioni, Volterra, Siena, Bagno Vignoni, Bolonia, Maranello, Montecatini Terme, Pistoia, Fiosele, Pisa.


Diario del viaje.

 

Lunes 26 de Septiembre de 2016
Hoy tenemos un horario cómodo ya que el vuelo sale por la tarde. Después de comer nos dirigimos al Aeropuerto. Al poco llegan Ben y Mila, que han tenido la mala pata de coger un taxista novato que no se sabía el recorrido y les ha dado unas vueltas de más, que claro, no se atrevió a cobrarles. Facturamos enseguida y al entrar a las puertas de embarque nos encontramos con la noticia de que el vuelo lleva un retraso de unos 50 minutos.
Menos mal que durante el vuelo recupera algo de tiempo. Al final llegamos a las 7 a la terminal de Pisa, Galileo Galilei.
Nada más recoger las maletas nos vamos con el bus al edificio de las agencias de alquiler de coches. Justo en la nuestra es donde más gente hay en la cola y encima  sólo un chico está para atender a todos, que no es muy rápido que digamos. Para resolver la documentación y la cola perdemos 1 hora y media. Al final recogemos el coche y nos dirigimos directos al hotel en las cercanías de Florencia. Se llama Il Poggiolo delle Rose, en español, el balcón de la Rosa. http://www.ilpoggiolodellerose.it/espanol/index.html.
Gracias a Copilot y a que Vicente se había estudiado previamente la ruta, llegamos muy bien a las 9.45. Bajamos las maletas y como es muy tarde Elisabeta, la dueña, nos llama a un restaurante cercano para asegurarse de que está abierto y reserva mesa para nosotros. Está muy cerca. Se llama la Bianchina http://www.labianchina.com/il-ristorante.html.
Es un sitio popular y se muestran muy simpáticos. Cenamos rápido y nos volvemos al Hotel. Elisabeta tras hacer el ingreso nos enseña las habitaciones, que son muy bonitas y sencillas. Las habitaciones están en un antiguo granero del que han respetado en la restauración  la forma y los ladrillos de aireación de las ventanas. Están en el piso superior y es como un apartamento con una cocina- comedor- salón con sofá cama  que además tiene dos habitaciones juntas y queda aislado del resto.
Sólo hay 9 habitaciones y cada piso de los tres que hay, es como un apartamento.
Según nos cuenta la dueña, la enorme finca que rodea el hotel era de Salvatore Ferragamo, el magnate del cuero y la moda en Italia. La vendió y las habitaciones del hotel ocupan el antiguo granero y la casa del antiguo administrador es la recepción, comedor y salón así como las dependencias privadas.
Deshacemos las maletas, las cuales nos han subido a las habitaciones y nos acostamos rápido pues estamos cansados.

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Martes 27 de Septiembre de 2016
El comedor del desayuno es muy agradable y tenemos de todo lo que necesitamos. La bollería está recién hecha y es muy buena.
Fabrizia nos explica algunas cosas de Florencia, cómo llegar, lugares que ver y donde comer.
Florencia es una gran ciudad plagada de monumentos, de palacios, iglesias, mercados, tiendas y sobre todo, montones de turistas. Tiene mucho para ver y sólo en un día es imposible visitarlo todo. Pero nosotros pretendemos ver lo que más nos interesa y profundizar más en la pura Toscana del interior y sus paisajes.
Es una ciudad con mucha historia a sus espaldas. Grandes figuras como Botticelli el pintor, Brunelleschi el arquitecto, Dante Alighieri el escritor, Fra Angelico pintor, Giotto pintor, Leonardo da Vinciun visionario inventor, pintor y constructor de grandes ingenios, los todopoderosos Medici, Miguel Ange ,pintor y escultor, Savoranola, gran pensador y Galileo Galilei, gran investigador del cosmos, han nacido o han tenido una estrecha relación con la ciudad
Cerca del hotel se encuentra Florencia. Aparcamos en la Piazzale Michelangelo, un parking alrededor de la estatua del pintor. Está en una colina desde la que se divisa toda la ciudad.
Hay que bajar por muchas escaleras, atravesando el Jardín de las Rosas viendo las diferentes panorámicas que desde allí se observan, bajando por vericuetos y escaleras hasta llegar al Lungarno, orilla del rio. Caminamos hasta el Ponte Vecchio, pasando al lado de las obras de restauración que se están realizando en la calzada que se hundió esta primavera engullendo 20 coches.
El Ponte Vecchio es un ir y venir de gente increíble. Consta de tres arcos que tienen unos ojos de 27m, 30 m y 27 m de luz. Es el más antiguo de los puentes de Florencia sobre el río Arno. Este es el cuarto levantado a lo largo de la historia el mismo sitio. Data de 1345. Logró salvarse de los bombardeos alemanes en la 2ª Guerra Mundial. Su estructura es muy peculiar. Las aceras son una sucesión de joyerías a ambos lados, aunque en un principio eran carnicerías y pescaderías. Como los carniceros y pescaderos echaban directamente los despojos y desperdicios al rio, los expulsaron por orden del Gran Duque Fernando I para no soportar el olor que desprendían. Entonces se instalaron allí los orfebres y joyeros. Se dice que era porque estaban exentos de tasas e impuestos. Cuando se cierran los comercios se cubren con unos cerramientos de madera, como siempre, aunque se dice que cada noche se retira el género de los escaparates, ya que en una horrible inundación se llevaron las aguas las joyas.
A mitad del puente hay en un lado una escultura de 1901 para conmemorar  el 4º Centenario del nacimiento del escultor, escritor y orfebre Benvenuto Cellini, con su fuente, rodeada de una valla en la que se cuelgan candados en señal de amor o de recuerdo de alguna fecha.
Al otro lado hay un corredor con unos balcones para ver el panorama del Arno.
Seguimos caminando y nos encontramos en el lado izquierdo con una construcción peculiar. Es una estructura cuadrada y porticada que alberga el famoso Mercado o Logia Nueva. Data del siglo XVI y está especializado en artículos de cuero. En la calle, frente al mercado, hay una fuente con la estatua de un jabalí “la fontana del Porcellino” cuyo origen es de 1612, aunque ahora es una réplica. Lo típico es tocarle el morro, por eso está bruñido y brillante.
Algo que es difícil de ver por la cantidad de gente que lo visita es un círculo que se encuentra en el centro del mercado que se llama “La piedra del escándalo” donde eran castigados los deudores insolventes de la Florencia del Renacimiento.
La calle por la que transitamos está plagada de las tiendas más lujosas de la ciudad. Llegamos a la Piazza della República, creada en el siglo XIX al derribarse el antiguo mercado medieval. Está rodeada de cafés muy antiguos, que datan algunos del siglo XVIII y XIX. En un lateral hay un tiovivo que lleva muchísimos años funcionando. En la parte cerrada de la izquierda hay un gran arco que conmemora el centro de la ciudad construido en 1895. También podemos admirar en la plaza la Columna de la Abundancia, que pertenecía al antiguo mercado, señalando donde se cruzaban el Cardo y Decumano como ombligo de la ciudad. En la parte superior se encuentra la estatua de la diosa de la fortuna con el cuerno de la abundancia en una mano. Se dice que las bandas metálicas a dos alturas de la columna tenían un significado. La más alta con una campana que marcaba el principio y final del mercado y en la más baja encadenaban a los malhechores, vamos, una especie de picota pública.
Muy cerca está la Piazza del Duomo. La visión del conjunto es espectacular. Por un lado está el Baptisterio, enfrente la Catedral, al lado el Campanile.
El conjunto en sí es de gran belleza con sus fachadas cubiertas de mármol en blanco y verde. De hecho hay un síndrome llamado de Florencia o de Stendhal que se caracteriza por vértigo, alucinaciones, temblores, ansiedad, confusión, etc. que fue reconocido en 1979. La primera descripción se debe a Stendhal que sufrió esos síntomas ante la visón de la Iglesia della Santa Croce en Florencia. Ocurre cuando se está expuesto a cosas muy bellas, sobre todo obras de arte. Es una acumulación de belleza y goce artístico lo que puede provocar estos síntomas.
No fue nuestro caso. Tras ver la posibilidad de comprar entradas para ver los monumentos nos decidimos a no comprar porque no íbamos a subir a la Cúpula ni ver el Museo y eran bastante caros.
Damos una vuelta para ver el Baptisterio de San Juan.  Es una construcción de forma octogonal con un añadido rectangular en el lado oeste. Es de estilo arquitectónico romano toscano, recubierto de mármol de dos colores de los siglos XI-XII sobre una antigua edificación del siglo V. Lo más destacable son las puertas. La primera que se construyó desde 1329  se debe al taller de Andrea Pisano y es la Puerta Sur que consta de 28 paneles, 20 de los cuales representan escenas de la vida de San Juan Bautista y los 8 paneles restantes representan virtudes.
La Puerta Norte se le adjudicó tras haber ganado un concurso, a Ghiberti. Tardó 21 años en completarla. También consta de 28 paneles de los cuales 20 representan escenas del Nuevo Testamento y los 8 de abajo son los 4 evangelistas y cuatro iglesias de la ciudad.
La Puerta Este también es de Ghiberti y tardó 27 años en acabarla. Son 10 escenas rectangulares del Antiguo Testamento, representando la vida de José. Miguel Ángel la definió como la Puerta del Paraíso. En su interior lo que más destaca es su techo de mosaico. Las puertas que contemplamos ahora son réplicas y las originales se guardan custodiadas para salvaguardar su duración en el Museo de la Opera de Santa María del Fiore.
Entramos en la Catedral de Santa María del Fiore tras hacer una pequeña cola. Hay mucha seguridad en la plaza con una tanqueta del ejército al lado de la puerta de entrada a la Catedral. Lo más bonito y espectacular es su exterior y en especial su fachada que data de 1887, obra de Emilio Fabrizi, que utilizó mármol verde de Prato, blanco de Carrara y rosa de la Marisma.
Su interior es amplio y de una gran sencillez de líneas. En la pared de la fachada hay una vidriera realizada con los dibujos de Lorenzo Ghiberti. En las paredes se pueden observar diferentes frescos. Al lado del altar mayor se encuentra la tumba del primer obispo de Florencia, en la que destacan las esculturas en bronce de Lorenzo Ghiberti.
En su construcción participaron los mejores artistas de la época como Andrea Pisano, Francesco Talenti que remató Brunelleschi con la cúpula de 50 metros de diámetro y 91 metros de altura. Está decorada con frescos que representan el Juicio Final. Para subir a la cúpula hay que acceder a través de 463 escalones.
El Campanile es obra de Giotto, que tras su muerte lo acabaron Andrea Pisano y Francesco Talenti. Es de forma cuadrada de 14.45 m de lado y 84 m de altura. Toda la decoración de bajorrelieves son copias cuyos originales están en el Museo.
De allí nos dirigimos a la Piazza della Signoria, con el Palazzo Vecchio.
Su origen es del siglo XIII. En una esquina del Palazzo Vecchio se encuentra la Fuente de Neptuno del siglo XVI. Frente al Palazzo hay una réplica del David de Miguel Ángel. De todas las estatuas que hay en la plaza la única auténtica es la de bronce. Los originales están en museos.
La Torre de Arnolfo es la torre del Palazzo.
Entramos a ver el patio del Palazzo y como ya es tarde y estamos muy cansados, decidimos no entrar a ver las salas de arriba.
Tras dar una vuelta buscamos un sitio para comer. Nos habían dicho que era imposible aparcar dentro de Florencia, pero hasta la misma Piazza della  Signoria podíamos haber entrado y aparcado en una plaza de minusválidos, ya que había varias. Vicente le preguntó a un guardia que custodiaba la puerta.
Comemos en el Restaurante dei Frescobaldi. http://www.deifrescobaldi.it/ Tomamos  el menú que no estaba mal y el servicio fue muy bueno y profesional.
Tras descansar un poco nos vamos paseando hacia La Academia. Por el camino nos encontramos al ex entrenador del Barcelona Van Gaal con su mujer montados en una especie de tuc-tuc, es decir una bicicleta con dos asientos traseros que te llevan de paseo por la ciudad.
Al ir a comprar las entradas nos dicen que los minusválidos no pagan nada y los acompañantes tampoco.
En la Galería de la Academia  perteneciente a la Academia de Bellas Artes fundada en 1563 hay un poco de cola pero no tardamos mucho en entrar. La estrella es la escultura del David de Miguel Ángel que preside al fondo la sala principal. El camino que lleva hacia ella está flanqueado por 4 esculturas inconclusas de esclavos prisioneros  que realizó Miguel Ángel para la tumba del Papa Julio II en Roma así como una de San Mateo y un esbozo de la Pietá.
El David se encuentra sobre un alto pedestal, blindado por un cristal que lo rodea, bajo una cúpula que proyecta una luz cenital. La estatua se realizó en los primeros años del siglo XVI, tallada en un solo bloque de mármol de Carrara. La leyenda dice que Miguel Ángel se enamoró de ese bloque que no era regular y fue conformando la figura en función de la forma del bloque.
En un principio se colocó frente al Palazzo Vecchio, donde sufrió varios ataques, fue apedreada, en una revuelta le rompieron un brazo, le cayó un rayo y en 1843, intentaron limpiarla con ácido clorhídrico, quitándole la pátina de protección que le había puesto Miguel Ángel. Finalmente en 1873 se trasladó a la Academia, instalándose en la sala diseñada por Emilio de Fabris. Aquí también sufrió un ataque de un perturbado en 1991 que con un martillo golpeó un dedo del pie de la estatua. Desde entonces se subió el pedestal y se protegió de posibles ataques. En el año 2003 se procedió a la restauración de la figura. Se dice que está sufriendo daños estructurales, es decir, que la base de los pies se está resquebrajando. Espero que con las técnicas modernas esto no llegue a mayores y se conserve siempre para deleite de todos.
Representa la figura de un joven semejante a los dioses clásicos, que lleva una piedra en una mano y la honda sobre un hombro. Es un puro estudio de anatomía con las venas marcadas, las posturas de sus miembros, la belleza de la cabeza, los músculos de su torso, etc. Mide más de 4 metros de altura. Aunque sus proporciones no son exactas, no desmerece en nada, pues se puede contemplar mejor en todo su esplendor.
En otras salas vimos toda una colección de esculturas de Lorenzo Brandoloni, algunas muy buenas, profesor de escultura de la academia durante el siglo XIX así como modelos de esculturas de alumnos de la academia.
En otras salas hay pinturas de Botticelli, Lippi, Ghirlandaio y otros.
En otra sala hay paneles de madera pintados en el siglo XIV de la escuela de Giotto.
Tras la visita nos desplazamos de nuevo a la Piazza del Duomo y nos sentamos a tomar un refresco y un helado, observando el continuo ir y venir de los turistas y nos tenia divertidos el ver como unos árabes colocaban posters y cuadros en el suelo y en cuanto veían que se acercaban los soldados los recogían rápidamente y se los colocaban bajo el brazo, despistando.
Ya estábamos muy cansados y decidimos coger un taxi, que son eléctricos y van circulando emitiendo un sonido para alertar al personal  a muy baja velocidad. Nos lleva hasta el parking del coche. Hay bastante tráfico a esas horas. Antes de coger el coche vemos allí aparcados dos Ferraris descapotables rojos, con matrícula alemana, que llevan instalada en la parte de detrás una cámara GoPro para alquilarlos, dar un paseo y grabar el recorrido.
Hacemos unas cuantas fotos más de la panorámica y nos volvemos al Hotel.
Después de la paliza que nos hemos dado de andar no hay nada mejor que una siesta. Salimos tarde a cenar y repetimos en la Bianchina. Hoy cambiamos de menú y tomamos pizza, que son muy finitas y están buenas. El servicio es rápido.
Tras cenar caímos rendidos en la cama. Eso sí, antes hay que apuntar los sitios que hemos visitado para poder escribir este relato.

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Miércoles 28 de Septiembre de 2016
Hoy teníamos dos opciones: pasar el día en las Cinque Terre, en el Mar de Liguria o hacer la ruta de Florencia a Lucca, parando en algunos pueblos.
Durante el desayuno que nos sirve Elisabeta decidimos que, como hace un día espléndido de calor, nos dirigiremos hacia el mar.
Nos encaminamos con el coche por la Autostrada al puerto de La Spezzia.
Es una carretera muy bonita con los paisajes típicos de la Toscana y su vegetación tan característica y variada, con infinidad de viveros, plantaciones de arroz, una marina con yates, y por supuesto Carrara, http://www.italia.it/es/ideas-de-viaje/naturaleza-y-paisaje/carrara-la-perla-del-marmol.html  con las canteras al fondo, en las montañas de los Alpes. A ambos lados de la autopista hay enormes almacenes de mármol.
Aparcamos bajo la estación de la Spezzia y compramos los billetes por un día para el tren especial que recorre la costa  que para en todos los pueblos de esta zona de la Cinque Terre, Parque Nacional italiano en las costas de Liguria. Se puede bajar y subir cuantas veces quieras para verlos todos.
http://www.lecinqueterre.org/esp/
El acceso por carretera es muy dificultoso. También se pueden visitar tomando un barco en el Puerto de la Spezzia, con las mismas condiciones que el tren, solo que es más lento.
Como ya estamos próximos a la hora de comer decidimos llegar hasta el último pueblo Monterrosso al Mare. http://www.conociendoitalia.com/qu-puedes-dejar-de-ver-hacer-en-monterosso-cinque-terre/
Bajamos desde la estación al paseo marítimo y dando un paseo llegamos al mejor restaurante del pueblo, l’Ancora della Tortuga. http://www.cinqueterre.it/es/content/lancora-della-tortuga
El comedor se encuentra en el interior de un antiguo bunker pero encima hay una preciosa terraza que da a un balcón con unas vistas preciosas. Las mesas son para dos y tenemos que separarnos por parejas. Las de cuatro están a pleno sol, cosa que no queremos. Casi nos tenemos que “pelear” con una señora que iba con seis personas, todas de origen armenio, que estaban en el enorme crucero de Harmony of the seas fondeado en La Spezzia. Ella nos quería organizar a nosotros y claro no nos dejamos.
Todo lo que elegimos estaba delicioso. Hasta el postre. Hacía años que no me comía unos fresones tan finos, dulces y suaves y menos en septiembre.
Tras pagar seguimos la ruta pasamos al lado de la Torre Aurora del siglo XVI, baluarte para prevenir los ataques de los bárbaros. Divide el pueblo en dos zonas: la moderna con hoteles y playas más grandes y el casco antiguo con el pequeño puerto. Bajamos hasta el pueblo que es un conglomerado de callejuelas repletas de tiendas y turistas. Visitamos algunas iglesias y tiendas donde compramos unos recuerdos. Nos explican que en esos pueblos hay mucha tradición de las anchoas saladas, como en Gerona y en el norte de España.
De camino de vuelta a la estación pican y se toman unos helados.
La estación está llena. El tren llega rápido y nos bajamos en Vernazza. http://www.conociendoitalia.com/ver-hacer-en-vernazza-cinque-terre/
Es un pueblo algo más pequeño pero con mucho encanto. Entramos en una tienda y Ben y Mila les compran unas prendas chulas a sus nietos y Vicente se compra unas camisetas para él.
Llegamos a la plaza al borde del puerto y los chicos buscan un sitio para sentarse y tomar un refresco. Nosotras nos vamos a explorar por un camino que bordea el puerto para ver las vistas de la embocadura. Nos llama mucho la atención las formaciones caprichosas de roca que se habían producido por la erupción de algún volcán cercano, en que la lava había llegado hasta el agua del mar.
Entramos en una pequeña iglesia, la de Sta. Margarita de Antioquia de 1318 en un pequeño promontorio sobre el puerto, de estilo gótico ligur, con un campanario octogonal. Tras descansar un poco volvemos hacia la estación y pasamos por debajo de un túnel que se había formado en  las rocas por la erupción que comunica la calle principal con una playa.
Una vez en la estación cogemos el tren y ya no paramos hasta La Spezzia. Saliendo de la ciudad vemos la enorme mole del súper crucero Harmony of the Seas, que destaca de cualquier construcción alrededor del puerto.
Salimos camino de Florencia y nos paramos en la hermosa ciudad de Lucca. Ya es de noche.
Lucca  surgió durante el Imperio Romano y tuvo tanto protagonismo que llegó a ser como una república independiente de la poderosa Pisa.
Su casco antiguo está rodeado por una enorme muralla medieval renacentista del siglo XVI con un diámetro superior a los 4 Km. Tiene una  altura de 14 m, siendo la base de 30 m. de anchura, rodeada por un foso. Tiene 11 baluartes en su perímetro. A lo largo de la muralla hay varias puertas de entrada al casco antiguo, dédalo de calles, siguiendo la estructura romana de su origen.
Nos atrevemos y entramos con el coche por la Puerta de Santa María. Aparcamos en una plaza al lado de una de las entradas a la Plaza del Anfiteatro. Está edificada sobre los restos del anfiteatro romano del siglo II y su forma es totalmente ovalada. Hoy en día es un sitio precioso y agradable, lleno de pequeños restaurantes y cafeterías. Seguimos caminando y pasamos por la Iglesia de San Frediano, románica, que destaca por el bellísimo mosaico que decora su fachada.
Es una pena que los monumentos no estén iluminados ya que son muy bellos.
Seguimos caminando por el irregular pavimento formado de piedras grandes hasta llegar a la Piazza San Michele. Allí en el centro se encuentra la bellísima Iglesia de San Michele in Foro. Se llama así porque esta zona era el antiguo Foro romano, o sea, el centro de la ciudad.
Es de estilo románico, construida en piedra caliza blanca entre los siglos XII y XIV. En la parte posterior tiene adosado el Campanile.
http://es.holiday-apartment-tuscany.net/guia_toscana/lucca_chiesa_san_michele.htm
Teníamos la dirección de un restaurante recomendado y nos costó un poco encontrarlo. Por fin llegamos y por suerte sólo quedaba una mesa libre. Era la Osteria da Rosolo enclavado en una pequeña placita, muy agradable y que a pesar de lo tarde que era nos atendieron muy bien. Mila y Vicente se tomaron un estofado de jabalí con polenta, potente para digerir, pero muy bueno de sabor.
Ben y yo nos pedimos pasta, la mía excelente. Para los golosos había donde elegir el postre.
Tras cenar llegamos a la Piazza Napoleone y ya nos volvimos a recoger el coche. Lo difícil era salir de aquel laberinto de calles, ya que como eran tan estrechas el GPS no se enteraba de donde estábamos. Por suerte no nos costó demasiado. Eso nos permitió ver el resto del centro antiguo.
Lucca es una ciudad universitaria con mucha vitalidad, mucho encanto y muy bonita. Vale la pena pasar un día entero de visita.
Aun nos quedaban unos muchos Km  para llegar al hotel. Pasadas las 11 de la noche aparcamos con ganas el coche en el hotel. Estábamos muy cansados, sobre todo Vicente que había conducido más de 300 Km, siempre pendiente del GPS.

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Jueves 29 de Septiembre de 2016
Hoy cambiamos de dirección y tras el desayuno nos dirigimos a San Gimignano. Es una pequeña ciudad amurallada con 5 puertas, de origen etrusco del siglo III, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990. Su configuración actual es medieval. Recuerda algo a nuestro Albarracín en Teruel. Lo más destacable es su situación elevada en una colina. Desde mucha distancia y en todas direcciones se puede observar su “sky line”, como si fuera Nueva York, con sus torres cuadradas.
El hecho de construir torres tan altas era para demostrar la riqueza y el poderío de la familia durante dos siglos de esplendor, siglos XIV y XV que también se utilizaban como fortalezas. Llegó a haber 72. Ahora nos han quedado 15.
Entramos con el coche por la Puerta Querecchio y seguimos por la Via San Giovanni, la calle principal,  hasta la puerta del mismo nombre. Nuestra sorpresa es que hay un pirulo, un bloqueador automático de paso, justo en medio. Son de los que se pueden bajar a distancia llamando a un timbre pero resulta que no les funciona y con mucha paciencia, ya que la calle está repleta de gente paseando y viendo tiendas y restaurantes y es estrecha, haciendo marcha atrás llegamos a un ensanchamiento de la calle y allí dejamos el coche con nuestra tarjeta de minusválido.
Pasamos por el Arco del Becci y del Cugnanesi  y accedemos a la Plaza de la Cisterna. Nuestro gozo en un pozo, nunca mejor dicho. Han llenado la plaza de tenderetes. Hoy es día de mercadillo y han destrozado las vistas, el poder circular y disfrutar del entorno.   
Esta era originalmente la plaza del mercado. En el centro hay un pozo del siglo XIV y alrededor de la plaza hay palacios y torres muy bonitas, de las cuales solo podemos ver la parte superior. Hablamos con el dueño de uno de las tiendas de la plaza y nos cuenta que están todos indignados pues les arruina el día de mercadillo, destrozan la vista, siendo que más hacia abajo hay una explanada grande donde se podrían instalar los puestos sin molestar a nadie. No solo han ocupado esta plaza si no la del Duomo también.
En vista de que es imposible andar nos sentamos en una cafetería de una calle lateral y nos tomamos un buenísimo capuchino y ristreto, como le gusta a Vicente.
Entramos después en la Basílica di Santa María Assunta o Duomo accediendo a ella por un buen tramo de escaleras y sorteando los puestos.
Se piensa que se construyó en el siglo XII sobre otra más antigua. Lo más relevante de su interior son los frescos.
Paseamos un poco y vamos a un mirador en un lateral del pueblo desde el que se divisa un bonito paisaje toscano.
También entramos en el patio del Palazzo del Popolo o Comunale.
Ya se acerca la hora de comer y tras dar una pequeña vuelta con el coche por el pueblo nos dirigimos hacia Monterrigioni.
Nuestra intención es comer en un sitio típico muy recomendado. Por el camino pasamos por Colle del Val de Esla. Está dividido en dos zonas, una baja al lado del río y otra alta sobre una colina. Nos llama la atención lo bonitas que son las casas colgadas de la roca. Son mansiones –torres medievales. Paramos para hacer unas fotos.
Un poco más adelante llegamos al Bar del Orso, a la entrada de Monterriggioni. Es un sitio donde se come la comida típica del lugar.
https://www.smanapp.com/views/partners/740/bar-dell-orso
Está lleno, pero nos colamos subrepticiamente y conseguimos una mesa. El interior es pequeño y la gente va ocupando los sitios libres, aunque comparta la mesa. Nosotros tenemos suerte y pillamos una redonda grande y no nos molesta nadie.
También hay una terraza exterior que está a rebosar.
Nos pedimos de entrada una tabla de quesos y embutidos de la zona, incluido el jamón que está todo muy bueno. En un rincón del comedor hay un mostrador con los quesos y embutidos, además del pan y una chica se dedica a preparar las cestas de pan, a cortar los embutidos para los antipasto, los cuales pesa en función de a cuantas personas vaya dirigido el plato. Además vende los fiambres y quesos al personal y prepara bocadillos para llevar. El ritmo es frenético para las camareras pero la del fiambre va a su ritmo como una máquina.
Mila y Vicente se piden lasaña, que no es como se la esperaban, con mucha besamel. Esta tenía muchas capas de pasta casera.
Yo me atrevo con unos espaguetis a la “matriciana”, que están buenísimos, pero son contundentes y algo picantes.
Como a Vicente le ha encantado el salami que nos han servido, le pide a la chica del rincón que le envase al vacio ¼ de kilo finito para llevar.
A la salida están rodando un programa de TV, con una chica rubia vestida de ciclista, como que estaban visitando la zona y la dueña le explicaba las especialidades de la casa.
Subimos a Monterriggioni y entramos por una de las puertas, la Romea, con el coche al castillo. Aparcamos en una plaza pequeña.
Es un pequeño pueblo, totalmente amurallado, con una gran plaza a la entrada donde se encuentra la Iglesia della Assunta en una transición románico gótica, de líneas muy sencillas y callejuelas llenas de tiendas y lugares de degustación de los vinos locales así como restaurantes.
Nos llama la atención la presencia, en un sitio tan pequeño y alejado, de un hotel de 4 estrellas en una casa antigua restaurada.
Subimos en dos zonas distintas a las murallas, desde las que se divisa un panorama muy bonito.
Compramos unas colonias de Lavanda con un aroma estupendo.
A través de carreteras muy bonitas nos dirigimos a Volterra. Es también una ciudad amurallada. Sus murallas fueron construidas en el siglo XII sobre la base de unas anteriores etruscas, en lo alto de una colina. En ellas se abren varias puertas.
Nosotros entramos por Porta all’Arco después de haber aparcado en una plaza de minus que había al lado de la parada de taxis y autobuses.
Caminando por la calle de Marchesi, llena de palacios y casas señoriales, estando los bajos ocupados por tiendas de muy diversas cosas. Llegamos a la Piazza dei Priori, grande y con altivos palacios y torres. El más espectacular es el Palazzo dei Priori con una preciosa fachada decorada con los escudos de los priores en mayólica con su correspondiente torre.
Enfrente está el Palacio del Pretorio, dedicado a dependencias municipales. A su lado está la Torre Podestá o Porcellino, ya que en la esquina hay una estatua de un jabalí.
Vamos a la Piazza del Duomo donde está la Catedral de Santa Maria Assunta de puro estilo pisano con un púlpito muy restaurado en su interior. Enfrente se encuentra el Baptisterio de San Giovanni, de 1280, de planta octogonal y con una enorme pila bautismal en su interior.
De ahí nos asomamos a un mirador.
Luego damos una vuelta por el centro, que es muy bonito y nos sentamos a tomar un refresco.
Volvemos al coche y ya damos por terminadas las visitas de hoy.
En el hotel descansamos un rato y salimos a cenar. La Bianchina está hoy cerrada. Vamos a otro Trattoria cercana que está abierta pero tienen a no sé cuantos autobuses para cenar. Allí nos recomiendan una pizzería en la plaza de Certosa, el pueblo de al lado.
Hoy cenamos pizzas, que no están mal y la verdad es que nos sirven muy rápido.
Se impone una noche de relax.

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Viernes 30 de Septiembre de 2016
Hoy se ha levantado Vicente resfriado. Elisabeta le apunta el nombre de un medicamento para que le corte rápido el malestar.
Llegamos a Siena y la rodeamos. Entramos por una puerta de la muralla y dejamos el coche por allí. Andamos por una calle muy transitada hasta que encontramos una farmacia. Por el camino vemos un callejón y la fachada de un edificio plagado de banderas que son los estandartes de las “Contrade” que se disputan la carrera del Palio.
El Palio de Siena  es una carrera de caballos que enfrenta a las “contradas” o distritos de la ciudad de Siena. De origen medieval, la competición se desarrolla dos veces al año: el 2 de julio se corre el Palio diProvenzano (en honor a la Virgen de Provenzano) y el 16 de agosto el Palio dell'Assunta (en honor de la Asunción de la Virgen).
La carrera tiene lugar en la céntrica Piazza del Campo de Siena.
Entramos en la Piazza del Campo y lo primero que llama la atención es la irregularidad tanto de la forma como en los desniveles del suelo, por el centro está más hundida y por la zona del Ayuntamiento más alta.
Desde más o menos el centro se distingue que parten ocho franjas triangulares que se van ensanchando hacia los bordes, que representan el  gobierno de Siena en su época de esplendor. Su origen es del siglo XII y el pavimento que la cubre es original del siglo XIII. Se trazó un plan muy concreto que se ha respetado  a lo largo de los años, es decir, no se podía construir ninguna torre más alta que la de la Mangia, en el Ayuntamiento ni construir viviendas que tuvieran balcones ni miradores así como se recomendaba que se utilizara preferiblemente el mismo material de construcción en todas las obras. Con esto se quería evitar cualquier tipo de rivalidad o competencia.
Con el tiempo se le añadieron a algunas casas balcones. Las casas que son originales restauradas tienen la fachada de ladrillo rojo.
Nos sentamos en uno de los restaurantes de la plaza a tomar un refresco. Justo enfrente hay montado un escenario en el que están haciendo pruebas de sonido y ecualización. La música que ponen es fantástica y nos da pena marcharnos. Nos asomamos a la Fuente Gaia de 1419, cuyas figuras originales se guardan en el Palazzo Publico.
Nos acercamos, sobre todo Vicente, a observar los equipos de sonido y luces para un concierto que habrá esta noche.
Entramos en el patio del Palazzo Publico y vemos desde la base la altura de la Torre de Mangia que son 88 metros. Después damos una vuelta por la piazza, saliendo hacia Il Duomo.
Cerca vemos una tienda que es algo espectacular. A la entrada hay a cada lado de la puerta varios rodillos de los que cae ininterrumpidamente chocolate. Para los golosos la visión del chocolate y el aroma que se desprende  es un atractivo irrefrenable. Pasamos de largo con la intención de volver.
Llegamos a la puerta del Baptisterio de San Juan que está bajo el ábside de la Catedral y compramos las entradas para ver los monumentos y el Museo. En todos los monumentos públicos los minusválidos no pagan.
Se creó a finales del siglo XIV con una bella fachada de mármol en dos colores. Su interior está decorado con frescos y paneles de bronce del siglo XV, como la pila bautismal.
Al salir damos la vuelta a la Catedral para entrar por la fachada principal. Está restaurada y es tan bella que casi no puedes cerrar la boca de la admiración que produce.
Se inició en el siglo XII en un momento de gran esplendor de la ciudad con la colaboración de Giovanni Pisano que realizó numerosas esculturas para la decoración inferior de la fachada. Se acabó en el siglo XIV.
La fachada está construida en tres colores de mármol, verde, blanco y rojo. Su estilo es gótico.
Para llegar a la entrada de la catedral hay que subir doce peldaños, que están allí en honor a los doce apóstoles. 

Dentro, los muros y los pilares son de color blanco y negro. Las bóvedas son azules con estrellas doradas, y la nave está adornada con 172  bustos de papas.

Los pisos de mármol fueron creados por diferentes artistas, y terminarlos llevó dos siglos. En ellos pueden observarse 56 paneles que representan escenas de la historia y la Biblia, como la Loba de Siena y la Rueda de la Fortuna, y el Emperador Segismundo en el trono, el zodíaco, etc... Entre los artistas que contribuyeron al arte de estos pisos se encuentran Domenico di Bartolo, Domenico di Niccolò dei Cori, Alberto Aringhieri y Domenico Beccafumi. Los paneles están rodeados de cintas con el fin de no ser pisados  para su mejor conservación. 

El altar principal del presbiterio fue obra de Baldassarre Peruzzi y el candelabro con ángeles junto al altar lo hizo Giorgio Martini.

El púlpito de estilo gótico data del siglo XIII  está hecho de mármol y pórfido. Fue creado por Nicola y Giovanni Pisano. También se encuentra en una capilla cerca del transepto norte de esta catedral la escultura de bronce hecha por Donatello, el San Juan Bautista.
Damos la vuelta a toda la Catedral y entramos a la Librería Piccolomini. Alberga la biblioteca del papa Pío II. Los frescos son espectaculares y preciosos de Pinturicchio. En el centro hay una escultura romana de las tres Gracias.
Salimos y nos vamos a ver el Museo de la Opera, donde se encuentran las estatuas originales de la fachada de la catedral y excavaciones posteriores. Ben y yo nos quedamos abajo pues hay una larga escalera para subir al resto del Museo y mi rodilla se va a resentir, cosa que no quiero.  Vicente y Mila si que se arriesgan y suben.
En las plantas superiores hay impresionantes pinturas en madera del frontal de un altar. De las 40 tablas quedan 14 aquí, otras están en Londres y Nueva York. También se puede visitar el tesoro de la Catedral en oro y plata los relicarios, cálices custodias y crucifijos así como una colección de tapices.
Pero lo más espectacular es la vista que se divisa desde el mirador de la parte superior.
Por último entramos en la Cripta donde se pueden observar los cimientos de la Catedral y las anteriores Iglesias sobre las que está construida. Todavía se pueden ver frescos anteriores, enterramientos y los cimientos.
Ahora ya en la calle pasamos por la tienda de chocolates Nino, donde nos dan a probar sus productos, tanto las trufas rellenas de varios licores y de varios sabores como las galletas. Una vez elegido lo que más nos gusta, cargamos y salimos hacia el coche. Por el camino paramos en un sitio pequeño a comer unos panini. Son como bocadillos con rodajas de hogaza de pan y el relleno a elegir. No estaban muy apetitosos pues el pan estaba un poco seco y la corteza muy dura.
Una vez  al lado del  coche ayudamos a una señora que se ha resbalado y se ha caído.
Salimos de Siena camino de Bagno Vignoni. El paisaje que vemos a ambos lados del camino es muy toscano, con colinas en las que en su parte superior se encuentran bellas mansiones rodeadas de cipreses.
Bagno Vignoni es una antigua localidad termal al sur de Siena y cerca de Pienza. Fue desde la antigüedad un centro termal donde gentes de todas clases sociales iban a disfrutar de las cualidades benéficas de sus aguas sulfurosas y calientes que surgen naturalmente del subsuelo.
Hoy en día es un pequeño y tranquilo pueblo termal que conserva todavía su aspecto medieval. Hay dos grandes hoteles termales. Uno dentro mismo del pueblo, que cobran unos 10 euros por usar sus piscinas, desde las que hay unas vistas impresionantes.
El otro centro termal está en el interior de un hotel de lujo.
Pero además hay una tercera posibilidad. Existe una piscina termal de libre acceso. Las aguas del primer hotel caen libremente por la ladera de la colina y en la parte de abajo se forma esa piscina natural. Sólo te puedes bañar en verano ya que en la caída se enfría el agua al perder su calor natural.
En el centro del pueblo hay una plaza grande ocupada por un lago artificial que recoge las aguas que manan.
Al borde de la montaña se pueden observar unas construcciones que fueron piscinas excavadas en la roca unidas por canaletas que recogían las aguas para llenarlas.
El pueblo está lleno de ingleses, alemanes y holandeses allí alojados, tomando las aguas.
Nos sentamos en una cafetería alrededor de la plaza a tomar un refresco y un helado.
Para terminar el día nos dirigimos a Pienza. Dejamos el coche y nos adentramos en la ciudad por una calle estrecha, en la que había varias tiendas que ofrecían los productos típicos de la zona, como el queso “pecorino”, los embutidos, pastas y el vino.
En una de ellas degustamos los quesos, a los que Vicente y yo somos tan aficionados, y nos llevamos dos tipos de queso pecorino, que están deliciosos.
Hay 5 variedades con denominación de origen. Este es el toscano que tiene un origen sardo. Los pastores sardos llegaron al sur de la Toscana en los años 50 e introdujeron la elaboración ya típica en Cerdeña. Según su grado de maduración los hay curados que son duros pero quebradizos con sabor a mantequilla y a nuez. Los menos curados son de pasta más suave con fuerte sabor a leche y a nata. Ahora ya los hacen añadiéndoles, nueces, rúcula o trufa blanca o negra.
Pienza tiene un origen muy peculiar. Se construyó sobre otra ciudad bajo el mecenazgo de Eneas Silvio Picolomini que luego fue el Papa Pio II (a él se debe la librería Biblioteca de la Catedral de Siena). Le encargó el proyecto de una ciudad con todo el espíritu de la organización racional del espacio, al estilo renacentista de la época. El que ejecutó la obra fue Bernardo Rossellino, que no la pudo concluir debido a la muerte del Papa. Por cierto, cuando le presentó el presupuesto de construcción puso el grito en el cielo, pero cuando fue a ver los resultados, se le pasó inmediatamente el enfado.
Hoy en día es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, declarada en 1996.
Caminamos por la calle principal y nos encontramos con la Catedral de Santa María Asunta de estilo gótico renacentista. Está situada en una plaza al lado del Palacio Picolomini o Episcopal que tiene un bonito patio interior con un pozo y frente al Palacio Borgia.
En un lateral de la plaza hay un pozo. Lo más original es el suelo de la plaza revestido de ladrillos rojos alargados colocados en forma de espiga.
Ya es hora de volver al hotel, en el que descansamos una hora.
Nos vamos a cenar al Restaurante Baracchina, difícil de encontrar ya a oscuras. Fabrizia nos había reservado mesa.
Cenamos de maravilla. De primero unas sopas deliciosas y después Vicente y yo nos comemos un filete a la Florentina, que es un chuletón de unos 800 gr. con hueso a la parrilla. La carne está espectacular de sabor, de textura tierna y muy bien hecha. Ben y Mila se piden otros platos, muy ricos también, así como los postres.
Volvemos contentos de haber comido diferente a otros días, pues la pasta y las pizzas cansan.

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Sábado 1 de Octubre de 2016
Amanece nublado pero hace calor. Hoy salimos hacia Bolonia.
Una vez pasado Florencia, el paisaje cambia. Es más montañoso y cambia la vegetación. En un punto de la autopista puedes elegir por el ramal panorámico o el rápido. Nosotros elegimos el panorámico, que discurre casi todo el trayecto por enormes viaductos tanto de longitud como de altura. Frondosos bosques nos van acompañando.  Al ir hacia el Norte los árboles  ya no son cipreses y pinos, si no abetos, robles, etc.
Al llegar a Bolonia hace un calor pegajoso, más que ningún día, con un sol fuerte y espléndido.
Aparcamos el coche y nos vamos caminando hacia el centro callejeando.
Nos paramos en la calle principal, que es peatonal a tomar un refresco, capuchino, ristreto y un helado. Es curioso que acompañando a los dulces o los cafés te sacan un vasito pequeño de agua de selz.
No puede haber más gente. Es una ciudad universitaria y se nota mucho.
La calle está porticada en ambas aceras, así como la mayoría de la ciudad. Dicen que hay 40 Km. de pórticos repartidos por toda la ciudad. Todos los bajos son tiendas de todo tipo.
A mitad de la calle se encuentra la Catedral de San Pedro, de estilo barroco. En su interior destacan la original pila bautismal con forma de león sentado que lleva en su lomo la pila, un grupo escultórico de terracota del siglo XVI y dos órganos.
En todas las catedrales del camino había una entrada aparte habilitada para los peregrinos de la Misericordia, para obtener indulgencias por el jubileo  y que les fecharan la cartilla de peregrinos.
Cuando entramos a ver la Catedral están sonando los órganos que  ensayan para un concierto que se va a celebrar esta noche.
Llegamos a la Plaza de Neptuno y nos encontramos con que la enorme Fuente de Neptuno está tapada para su restauración.
Al lado hay un grupo de cristianos que cantan y bailan para animar a la gente para que se acerquen.
Una vez en la Plaza Mayor, en una esquina, hay un grupo que está tocando música marchosa. De repente vemos a un señor que lleva una bolsa de plástico en la mano y no para de bailar sin parar.
La plaza está presidida por la Basílica de San Petronio, rodeada de palacios. Está dedicada al patrón de la ciudad. Es la 5ª iglesia más grande del mundo. Es de finales del siglo XIV de gótico italiano.
Lo más peculiar de su exterior es la fachada. La parte inferior está revestida de mármol de dos colores y la parte superior está recubierta de ladrillos.
Para restaurarla, han numerado los ladrillos y para recaudar dinero la gente puede comprar uno de ellos.
Lo más destacado de su interior es el púlpito, la Capilla Bolognini de1400, el impresionante tabernáculo del altar mayor de 1547 del que pende una enorme cruz y la línea del meridiano de Giandomenico Cassinni orientada de norte a sur que atraviesa transversalmente la iglesia. Mide 66.8 metros y se construyó en 1655. Es una línea de bronce que representa una porción de ese meridiano, siendo el mayor fragmento visible del mundo.
En la antigüedad las iglesias y catedrales eran a su vez observatorios astronómicos, donde estudiaban los movimientos del sol a través de sus vidrieras.
Como curiosidades podemos decir que está enterrada aquí Elisa Bonaparte, hermana de Napoleón y Carlos V fue coronado aquí como emperador.
Cuenta también con dos órganos.
En otra esquina de la plaza hay un grupo de música que toca estilos diferentes a los escuchados en toda la plaza.
De los callejones que desembocan a la plaza, llenos de restaurantes y a su vez estos repletos de comensales sale un vocerío increíble.
De lejos vemos las dos principales Torres de Bolonia, la Garisenda de 48 metros de altura y la Asinelli de 97.6 metros de altura.
Nos volvemos hacia el coche, buscando un poco de tranquilidad y nos quedamos a comer en un pequeño local. Comemos sencillo, pero bien y barato.
Ahora llega el plato fuerte de la jornada. Nos dirigimos a Maranello para ver el Museo Ferrari.
Ya solo la entrada es una pasada. En la planta baja están los modelos más modernos y espectaculares de Ferraris para uso como vehículo particular.
En el primer piso están los modelos antiguos y modernos que han participado en carreras de Fórmula 1 y rallyes. Es impresionante observar la evolución de las carrocerías y la tecnología adaptada. Rodeando una sala hay una selección de motores de distintas épocas.
Por todos lados hay fotografías de los pilotos que han pertenecido a Ferrari a lo largo de su historia. En un puesto destacado está el despacho original del creador de la marca, Enzo Ferrari.
Una pared circular es el expositor de los trofeos de la marca conseguidos desde su participación en pruebas automovilísticas.
Vicente se hace una foto dentro de un Ferrari de calle, vamos, un utilitario, el modelo California.
Mientras a Vicente le entregan la foto nos tomamos algo en la cafetería.
Una vez acabada la visita emprendemos el camino de regreso a Florencia.
Por el camino empieza a llover. Esta vez elegimos  en la autopista la opción  de rápida. Es una sucesión continuada de túneles larguísimos que atraviesan las montañas. Es una obra impresionante y a la vez claustrofóbica, ya que son muchísimos kilómetros bajo tierra, en túneles muy iluminados.
Cuando llegamos a las afueras de Florencia agradecemos ver casas, verde, cielo, lluvia….
Descansamos una hora y hoy nos vamos a cenar a otro de los sitios recomendados por Elisabeta. Fabrizia ha llamado para reservarnos mesa.
Se llama la Trattoria Il antico Forno. Es un sitio pequeño, pero muy agradable. Lo primero que nos llama la atención es la dueña. Es una señora regordeta, vestida de cocinera con su gorro blanco, con las mejillas sonrosadas, que da más la imagen de una matrona alemana.
Ella lo controlada todo para que esté perfecto. Cenamos muy bien también, especialmente Ben y yo. Mila se ha pedido un estofado que le encanta pero está algo picante y potente de sabor.
Al llegar al hotel llueve un poco y tras charlar un poco en el salón del apartamento, nos retiramos a dormir.

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Domingo 2 de Octubre de 2016
Como hubo un día que cambiamos el recorrido para visitar las Cinqueterre, se nos quedaron lugares cercanos que vale la pena visitar.
Vamos directos a Montecatini Terme. Es un centro termal que se conoce desde la época romana. Sus manantiales se encuentran a unos 60-80- metros de profundidad. Ya en 1417 un médico hablaba de las propiedades curativas de estas aguas. El boom de la ciudad comenzó y  se empezó a desarrollar a principios del siglo XX con la construcción de hoteles de lujo, casinos y cualquier cosa que precisara la clientela elitista.
El edificio al que vamos es el más emblemático. Son las Termas Tettucio, edificio neoclásico de 1780. El Gran Duque Pedro Leopoldo las mandó construir según un proyecto del arquitecto Paoletti y reformado en 1920 por el arquitecto Ugo Giovannozzi.
Llaman la atención las piscinas circulares decoradas con azulejos Art Noveau. Los jardines son inmensos y extremadamente cuidados.
Hay zonas de balneario, un pabellón precioso con un techo de troncos y las columnas de madera. Es donde se celebran los conciertos, los bailes y reuniones.
Vimos un reloj en el jardín que da la hora, el día el mes y el año y cada día o cambio de mes incluso el día  de la semana lo marcan con plantitas en un orden perfecto.
Todos los suelos son espectaculares, de mármol de colores formando bellos dibujos y relucientes.
Hay una fila de peanas de mármol con dibujos en las que en su parte superior hay fuentes de las que manan los distintos tipos de aguas que tiene el balneario para beber.
Además hay una zona de tiendas y una cafetería toda forrada en madera.
Tras dar una vuelta por todos los rincones nos sentamos a tomarnos algo en la cafetería. Todo tiene un ambiente decimonónico encantador. Hay silencio y paz alrededor.

En la ciudad hay algunos edificios de este estilo que son hoteles de lujo, todos ellos rodeados de jardines exuberantes.
A 5 km, en la montaña se encuentra Montecatini Alto, al que se sube con un funicular desde cerca de las termas.
De allí nos dirigimos a Pistoia.

Dentro del pueblo aparcamos y por el camino vemos un par de iglesias antiguas y pequeñas, la de San Giovanni Fuorcivitas, románica y la Iglesia Espiríritu Santo iniciada su construcción por los jesuitas.
Como es la hora de comer buscamos uno de los restaurantes en la vía Lastrone que teníamos en la lista pero está lleno. Hoy es domingo y como hace muy buen tiempo, todo el mundo está en la calle.
Nos sentamos en el de al lado y comemos. Hoy no ha sido muy brillante la comida.
Después de comer nos damos una vuelta por el centro del pueblo. Pasamos por la Piazza della Sala, donde se realiza el mercado. En el centro hay un pozo, el del Leoncino Es antiguo del siglo XIV, aunque la figura del león se añadió en el siglo XV.
Pasamos por la Plaza Garibaldi donde se halla el Convento de San Domenico. Seguimos caminando y nos encontramos con la iglesia Basílica della Madonna dell’Umiltá. Tiene una espectacular cúpula que se divisa desde muchos puntos de la ciudad. Es del siglo XV, a finales, cuando se empezó a construir. Su peculiaridad es que su entrada principal está en una calle muy estrecha y es muy difícil de fotografiar.
Volvemos al coche y damos una vuelta con él hasta que llegamos a la Piazza del Duomo.
Los chicos se quedan en el coche y nos bajamos Mila y yo a ver el Baptisterio, el Duomo y los palacios Pretorio, Comunale y Vescovi por fuera, así como la Torre Catilina, ejemplo de una torre medieval levantada por una familia rica local.
El Baptisterio es de forma octogonal con esculturas de Andrea Pisano y adornada su fachada con mármol verde y blanco de Prato.
El Duomo es del siglo XII-XIII. La fachada es de estilo románico pisano con una “Madonna con niño entre ángeles” de terracota de color blanco y azul.
El Campanile mide 67 m de altura y la parte superior se ha restaurado varias veces al destruirse debido a los terremotos acaecidos a lo largo de los años.
El Palacio Vescovi se encuentra junto al Duomo y está porticado. Es de ladillo su fachada con arcos góticos.
El Palacio Pretorio era la antigua sede del tribunal.
El Palacio Comunal fue el primer ayuntamiento de la ciudad en el siglo XIII. Está unido a la catedral por un anexo enlazado con un arco.
Saliendo ya de Pistoia nos encontramos en la Piazza de San Giovanni el Ospedale del Ceppo. Es un hospital fundado en 1277 para atender a los enfermos. Lo más destacable es su fachada porticada es un friso realizado en 1530 por Giovanni della Robbia de terracota de varios colores que representa 7 escenas de la misericordia por atender a los necesitados.
Ahora nos dirigimos a Fiesole, en el norte de Florencia. Es la zona de mansiones alrededor de la ciudad, a sólo 8 Km.
Está en la falda de una montaña con vistas privilegiadas al valle del Arno y Florencia en el centro.
Es impresionante la cantidad de mansiones de la gente más adinerada de Italia, con unos frondosísimos bosques y exuberante vegetación que las rodean y por supuesto, con unas vistas espectaculares, que hay por la zona alrededor de Fiesole.
La pena es que en la plaza principal y aledañas hay un mercado, lo que hace que tengamos que aparcar muy lejos y luego andar mucho y por calles muy empinadas.
Entonces hacemos un recorrido por la zona sin bajar del coche, excepto en algún mirador para ver la panorámica y decidimos volver al hotel.
Dormimos por primera vez una buena siesta, nos da tiempo a hacer las maletas y descansados nos vamos a cenar.
Hoy cambiamos de sitio y vamos a otro restaurante recomendado por Elisabeta, al Gallo Giallo (el Gallo amarillo).
Es un pajar reconstruido, un poco más grande que el del hotel. Cenamos bien pero nos gustó mucho más la Barancchina, por el servicio tan agradable, calidad de la comida y por el precio. Aquí tomamos menos cosas y las que tomamos fueron similares y nos costó un 50% más.
El camino es similar a los anteriores, atravesando túneles de vegetación. Nos vamos despidiendo de la zona, pues mañana nos marchamos.

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Lunes 3 de Octubre de 2016
Tras desayunar y pagar la cuenta, que ha sido barata en comparación con lo que había en los alrededores, nos despedimos del personal, cargamos el equipaje en el coche para que no se viera mucho. Ha sido una estancia muy agradable: el sitio bonito, ubicación fantástica, trato familiar y tanto Elisabeta como Fabrizia  deseosas de ayudar. Además las vistas muy bonitas y típicas de la Toscana. Recomendable por todo Il Poggiolo delle Rose.
Nos encaminamos hacia Pisa. Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Galileo Galilei nació aquí en 1564 y fue ajusticiado en 1642.
La entrada a Pisa es caótica, con unos atascos monumentales, como la ciudad.
El rio Arno, que pasa por Florencia, desemboca en el mar por Pisa. Desde los romanos era importante por su puerto que fue una base naval con mucho intercambio comercial por el Mediterráneo. Más tarde en el siglo IX  fue una república independiente hasta que en 1404 sufrió una derrota en una batalla naval contra los genoveses, perdiendo sus prerrogativas sobre Córcega y Cerdeña. A partir de entonces comenzó a depender de Florencia.
Una vez llegamos a la zona del Campo de los Milagros que está rodeado por una muralla almenada del siglo XII, encontramos un parking vigilado casi en la puerta de entrada del Campo. Cruzamos un mercadillo repleto de suvenires y similares hasta que llegamos a la puerta de entrada, la llamada Porta Nova.
La Piazza del Campo dei Miracoli es una enorme extensión de césped, rodeando los monumentos.
Hay tanta gente que casi hay que hacerse sitio para pasar, en especial japoneses.
En el lado derecho de la plaza se encuentra el Museo della Sinopie, donde compramos las entradas para visitar los monumentos. Nosotros no pagamos por tener el carnet de minusválidos.
Lo primero que visitamos es el Baptisterio que tiene una planta circular de estilo románico pisano con remates superiores góticos sobrepuestos con una fastuosa ornamentación de pináculos, agujas y cúspides. Rodeando la cúpula, en la parte central de cada “gajo” hay un tabernáculo. Estos gajos no cierran la cúpula, sino que forman  como un tetón en la parte superior.
Tiene 4 portones muy adornados. Lo que llama la atención son las columnas que rodean las puertas, que no tienen nada que ver con las restantes. Se dice que fueron robadas en Constantinopla.
En su interior destaca el púlpito hexagonal de 1260, obra de Nicola Pisano. En el centro hay una pila bautismal del siglo XIII de Guido Bigarelli da Como.
Impresiona su acústica. Cada media hora hacen una prueba de sonido para el público.
A continuación entramos en la Catedral. El arquitecto Buscheto fue el que inició las obras de construcción. Su tumba está en la última arcada ciega de la fachada. Es de estilo románico, de mármol blanco. Sobre las puertas hay unos bellos mosaicos.
Su sucesor  fue Rainaldo en el siglo XIII.
En 1180 Bonano Pisano realizó 4 puertas de bronce de gran belleza, pero las tres de la fachada se fundieron en el incendio que se produjo en 1595.  Solo se conserva la que da acceso a la Capilla de San Raniero.
En 1602, según un diseño de Rafaello Pagni, se realizaron las tres puertas de bronce que podemos ver ahora.
Las dos columnas que se encuentran en los flancos de la puerta central son clásicas y muy ornamentadas.
Su interior es muy grande y la nave central de gran altura. La cúpula se añadió en 1380 de estilo gótico en su esplendor pisano, cuya particularidad es su forma elíptica.
Las columnas de la nave central son de granito con capiteles corintios. Sobre los arcos que sujetan esas columnas hay una galería con columnas cuadrangulares bicolor en mármol verde y blanco. Tanto el techo de la nave como de las galerías son muy bonitos.
El mosaico espectacular del presbiterio es del siglo XIV.
Se puede ver una gran lámpara, la que llaman la Lámpara de Galileo, ya que se cuenta que al observar la oscilación de la misma, le inspiró la teoría del isocronismo del péndulo.
Algo que destaca por encima de todo es el Púlpito de Giovanni Pisano, construido entre 1301-1310. Tiene una forma circular y en su parte superior se encuentran 9 relieves, cuyos apoyos son columnas, cada una de ellas diferente. Unas son clásicas corintias, otras son cariátides, algunas tienen una basa que son leones. Justo en el centro hay una columna cariátide con una base octogonal con relieves.
El 25 de Marzo de cada año, entra el sol por una ventana redonda que ilumina al mediodía un huevo de mármol sobre una pilastra al lado del púlpito. Eso anuncia el Nuevo Año Pisano.
Una vez fuera nos acercamos a la Torre de Pisa. Hay mucha seguridad en los alrededores y mucha gente. Damos la vuelta para ver las perspectivas que produce su inclinación.
Bonano Pisano empezó su construcción en 1173, siendo su estilo románico y de mármol blanco. Debido a que el terreno aluvial del rio Arno cedía y la torre se inclinaba, su construcción se detuvo varias veces y distintos arquitectos la continuaron intentando compensar y contrarrestar la inclinación. En 1350 se dio por terminada la construcción cuando Tommasso Pisano añadió el campanario a la torre.
Cien años después tenía una inclinación de 1,63 metros y en 1875 ya llegaba a 4,75 metros.
Entre 1993 y 2001 estuvo cerrada al público, y muchos proyectos  y trabajos se iniciaron para su conservación. Al final se vació la parte contraria a la inclinación para sacar tierra de aluvión, poco estable, inyectando hormigón para reforzar la base. Mientras tanto se sujetó la torre con unos enormes tirantes de acero para preservar su estabilidad.
Se ha conseguido reducir la inclinación y se ha quedado con la que tenía en 1700. Se espera que por lo menos se mantenga estable 300 años más.
Frente a la Torre de Pisa está la Fuente dei Putti del siglo XVII  que en principio surtía de agua a la ciudad con un gran caño. Pero en 1900 se pensó que su función ya no era esa y se pretendió embellecerla con una alzada más decorativa, en consonancia con el entorno de la plaza. Se le encargó a Flaminio Vacca que esculpiera tres amorcillos que sujetan el escudo de Pisa que están sobre una columna que aun contiene un caño de agua.
Nos acercamos a la Via Santa Maria, una calle que parte frente a la torre, en la que hay un montón de restaurantes. Donde hay sitio nos quedamos y comemos con tranquilidad.
Luego nos vamos a recoger el coche y nos dirigimos al Aeropuerto. Devolvemos el coche y facturamos las maletas. Al pasar por el arco, Vicente pita por todo y lo revisan a conciencia, a pesar de que les decimos lo de las tres prótesis.
Ben y Mila se dan una vuelta por las tiendas a ver si les gusta algo para los nietos.
Yo estoy cargándome por momentos del constipado. Nos sentamos en la puerta de embarque. Hoy el avión sale puntual y llegamos a Valencia con un vuelo muy tranquilo, aunque el aterrizaje ha sido a toda pastilla, supongo que para ahorrar combustible. Las maletas salen muy rápido y nos despedimos de nuestros amigos Ben y Mila antes de coger un taxi.
La entrada en casa es espectacular. Max nos hace un recibimiento a su estilo con saltos, lamidas y cabriolas. Se ha portado muy bien. Aunque los perros no tienen conciencia de tiempo, durante una semana después no se despegaba de nosotros. Tenía mamitis y papitis.
Ha valido la pena volver a la Toscana. Tiene un encanto que engancha y deja un poso en el recuerdo entrañable.
Yo creo que el triunfo de la película “Bajo el sol de la Toscana” refleja ese no se sabe qué, y no te cansas de verla.

Hasta el próximo viaje……..

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